IV
Ya se están octubreciendo las calles,
las avenidas,
las entradas
y salidas,
Neblina que viene siendo
algodón
en un remiendo
que pretende suturar barrancos.
Ya no hay un mar
pues se fue y vendrá en verano,
aunque un esperar
es vano
pues no hay costa en este lar.
Ya se están octubreciendo las esquinas
nuevamente,
octubrecida la gente que quiere
seguir durmiendo.
La acera
por la que tiendo mi diciembre antes de ser,
se queda
con el postrer amargor
de un mal trabajo vertido en escupitajo
que se lo empieza a beber.
Ya se están octubreciendo las calles
tintas de otoño,
la rosa
que antes fue moño muere
como no queriendo.
Una luz
pende y comprendo que su llama es
el umbral de la noche,
no es igual al abrazo bienvenido
de cuando ha amanecido
sobre el llanto nocturnal.
Ya vendrán
las abrileces con todas sus golondrinas,
ya se irán
las parafinas de mi ventana.
Las eses de la tarde,
redondeces de luna
que están muriendo me miran
y no comprendo la clave de cada hora
que en un suspiro evapora
la luz que está octubreciendo.
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