I
Contengo en un puño la respuesta al ojo de mi vecino,
Con ello cortándome la piel empiezo a recorrer la noche.
Me empiezo a debilitar, no sé cuando (ni cuanto) empecé a sangrar…
La calle se vuelve un témpano que pende sobre mi, estoy parado de cabeza y con los pies en el suelo: el cielo está abajo.
La alfombra negra del cielo se llena de escupitajos fluorescentes que chillan,
Se encienden y se apagan al choque de su luz y mis ojos,
Una fantasía se cuece en la cacerola de las luciérnagas: la noche se descorre.
La noche se desgaja y dos de sus partes son mi habitación perpetua,
Un sagitario lanza una flecha que pretende incrustarse en el sol pero no llega,
Se queda suspendida a medio camino: la noche empieza a sangrar.
Tinta negra y el carnicero toma con sus dos manos el hacha con que termina de partirle la espalda al universo,
Choca, truena, parte, cruje, chorrea, fluye, fluye, fluye…
La noche empieza a sangrar con mi recompensa apretada en su puño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario