La atmósfera se vuelve flor de pino,
la madrugada es un rocío de hielo,
el futuro verano es un anhelo,
y la conversación es un camino.
El olor del maíz es el destino
disperso en el humear que cruza el cielo,
neblina que se tiende como un velo,
un halito de vida sobre el sino.
El color del ocaso en las mejillas,
la noche en el cabello sin estrellas,
amarga calidez, cebada y pan.
Sembramos esperanza con semillas
de mil colores, todo por las bellas
estampas de mi Totonicapán.
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