-Pues no, en verdad no te gustan los chocolates
-Entonces las flores tampoco ni los muñecos de peluche
-Ni yo tampoco
-Entonces la que está allá afuera no soy yo
-Claro que sí, tu cabello, tus ojos, tu aroma, por Dios los hoyuelos de tus mejillas cuando sonríes, claro que eres tu, no me importaría tanto si no fueras tu… lo siento acá en mi corazón
-Entonces te amo, nada me hace yo más que eso, yo no soy cabello, ni ojos, no soy aroma, ni hoyuelos… Amarte, eso es lo que soy…
Pasaron muchas citas, muchos intentos, nada cambiaba, la mujer externa era insufrible, a veces Denis terminaba rematando con la que lo amaba, luego comprendía que no podía ser así con ella, ni adentro ni afuera, el la amaba, eso debía recordar, no la debía tratar adentro como a el lo trataban afuera, no era correcto, después de todo quizá era cuestión de memoria, tarde o temprano ella recordaría, sí, ella reaccionaría y reviviría con el esos momentos, la fuente, el cine, la playa, la cena, el parque, el trecho oscuro, el viaje en tren, la montaña, cuántos momentos bellos que el atesoraba y que sólo la de adentro recordaba …
Denis pensó que lo mejor sería dejar lo de la conquista para mas o menos mediano-largo plazo, primero se concentraría en amistarse bien con ella, talvez de alguna manera llevarla a un lugar como esos de los recuerdos, probablemente eso le ayudaría a ella a regresar, había que tener paciencia, Denis empezó a razonar.
Ciertamente los resultados no se hacían ver tan pronto como Denis lo hubiese querido pero ya habían gestos de amistad, ya platicaban al menos un poco, no lo suficiente como para contarse confidencias pero algo es algo, noche a noche, después del Becerro número 348 muy entusiasmado llegaba el a contarle a ella los progresos que llevaba, ella se emocionaba tanto de escucharlo aunque eran puras imbecilidades subjetivas, que si “hoy me dijo buenos días así cantadito”, que “hoy me vio y no se dio cuenta de que yo me estaba dando cuenta”, que si “hoy se peinó como a mi me gusta que se peine y eso que no sabe que a mi me gusta que se peine así”, estupideces de ese pelo pero que eran en realidad todo lo que el tenía…
De pronto pasó lo impensable:
-¡Me voy a casar!
Todos voltearon hacia Alba, uno a uno fueron todos a felicitarla y ella repartía las invitaciones, todo era risa, todo era alegría y a Denis le dieron ganas de vomitar…
-Entonces las flores tampoco ni los muñecos de peluche
-Ni yo tampoco
-Entonces la que está allá afuera no soy yo
-Claro que sí, tu cabello, tus ojos, tu aroma, por Dios los hoyuelos de tus mejillas cuando sonríes, claro que eres tu, no me importaría tanto si no fueras tu… lo siento acá en mi corazón
-Entonces te amo, nada me hace yo más que eso, yo no soy cabello, ni ojos, no soy aroma, ni hoyuelos… Amarte, eso es lo que soy…
Pasaron muchas citas, muchos intentos, nada cambiaba, la mujer externa era insufrible, a veces Denis terminaba rematando con la que lo amaba, luego comprendía que no podía ser así con ella, ni adentro ni afuera, el la amaba, eso debía recordar, no la debía tratar adentro como a el lo trataban afuera, no era correcto, después de todo quizá era cuestión de memoria, tarde o temprano ella recordaría, sí, ella reaccionaría y reviviría con el esos momentos, la fuente, el cine, la playa, la cena, el parque, el trecho oscuro, el viaje en tren, la montaña, cuántos momentos bellos que el atesoraba y que sólo la de adentro recordaba …
Denis pensó que lo mejor sería dejar lo de la conquista para mas o menos mediano-largo plazo, primero se concentraría en amistarse bien con ella, talvez de alguna manera llevarla a un lugar como esos de los recuerdos, probablemente eso le ayudaría a ella a regresar, había que tener paciencia, Denis empezó a razonar.
Ciertamente los resultados no se hacían ver tan pronto como Denis lo hubiese querido pero ya habían gestos de amistad, ya platicaban al menos un poco, no lo suficiente como para contarse confidencias pero algo es algo, noche a noche, después del Becerro número 348 muy entusiasmado llegaba el a contarle a ella los progresos que llevaba, ella se emocionaba tanto de escucharlo aunque eran puras imbecilidades subjetivas, que si “hoy me dijo buenos días así cantadito”, que “hoy me vio y no se dio cuenta de que yo me estaba dando cuenta”, que si “hoy se peinó como a mi me gusta que se peine y eso que no sabe que a mi me gusta que se peine así”, estupideces de ese pelo pero que eran en realidad todo lo que el tenía…
De pronto pasó lo impensable:
-¡Me voy a casar!
Todos voltearon hacia Alba, uno a uno fueron todos a felicitarla y ella repartía las invitaciones, todo era risa, todo era alegría y a Denis le dieron ganas de vomitar…
(continuará...)
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