Parte final de este cuento que nos ha tenido en vilo desde los tres lunes pasados...
La foto de la par la tomé sin modificar de http://eldedoenlaherida.obolog.com/iv-79640, al llegar al final del cuento seguro que convendrán conmigo en que otra foto no podía quedarle mejor...
Se acercaba el día que la carta señalaba, ah, casi se me olvida la carta iba más o menos así:
“Para el inolvidable y verdadero amor de mi vida:
Con la ardiente pasión del deseo que me posee,
Con la distancia como muro que paso a paso voy destruyendo,
Con la certeza de amarte,
Dulce agonía que me hace morir feliz,
Te extraño tanto, vida mía,
El tiempo, cual velo segador, se corre una vez,
Comprendo mi error y recapacito,
Me doy cuenta de lo equivocado que estuve,
Buscando inútilmente lo que en ti siempre amé
Si es tu pasión aún como el agua que hierve,
Y tu corazón como los labios que la beben,
Encuéntrame este viernes a las ocho de la noche
En el cuarto catorce del Gaviotas
Tu eterno amante,
Fabiolo Filomeno Flores”
Les recuerdo que Filomeno no se llamaba Filomeno…
La cosa es que el día llegado, tal como lo habíamos planeado, ella vestida de sus mejores galas, tomó un taxi rumbo al Gaviotas, ahora que lo pienso pudimos elegir un hotelillo mas lejano, hubiese sido mas divertido, salió desde las seis de la tarde, al rato le llamé a sus papás, fingiendo mi voz, claro está, con aquello de que estaba secuestrada en el cuarto tal del hotel tal, no hubo que esperar mucho para que el hotel se viera rodeado por la policía, creo que la broma salió mejor de lo esperado, Ana llegó al cuarto y al tocar, le salieron a recibir, no su amado Filomeno, sino un sujeto tosco y corpulento, la entró por la fuerza y con otros dos sujetos que estaban adentro, le hicieron cosas que mi moral me impide narrarles, algo no muy distinto a lo que hubiese pasado si de verdad la hubiera esperado Filomeno, al llegar la policía, los delincuentes tomaron aquello como una trampa y le volaron el cerebro a la chica con una escopeta. Fue la única eventualidad que manchó la captura de esa peligrosa banda de asalta bancos.
Es increíble como se entera uno de cosas que no sabía, resulta que Ana estaba embarazada, eso explica porqué quería perjudicarme, me iba a culpar, afortunadamente el feto se parecía mucho al Filomeno ese, bueno, por lo menos el tipo de sangre no coincidía con el mío.
No se que pensar, hace años que pasó esto y me siento muy solo, a veces parece que recuerdo haber orinado ese perro de fieltro, sea que lo haya hecho o no, me habría gustado hacerlo, hace varios días pasé frente a su casa, todavía viven sus papás ahí, lo agradable es que he visto la margarita en aceite por la ventana, la guardan todavía, talvez no saben de donde viene, como yo no se de donde vino.
A veces pienso que me quería en verdad, pero no sabía como hacérmelo saber, digo, planeaba pasar el resto de su vida conmigo, a la fuerza, pero conmigo, o talvez no, talvez lo que quería en realidad era que le mantuvieran al hijo de su desorden, no lo se, a veces la extraño, cada vez que era su cumpleaños le ponía una margarita en la tumba, se secaban tan rápido, o talvez era que visitaba su tumba solo en la fecha de su cumpleaños.
Tengo la pluma guardada, algún día la arreglaré, o talvez es mejor si la dejo como está, igual no creo que vaya a usarla nunca, nunca me gustó sinceramente.
La pulsera la pongo siempre bajo mi almohada, es una suerte de ritual que practico cada noche, le doy un beso, la pongo ahí y me duermo recordando a la niña rubia que me acompañaba en el autobús, era tan distinta a la que me dio la pluma, mas pura, muy hermosa, aún antes de que la vida se llevara a Ana por delante, ya extrañaba yo a la niña de la pulsera, todas las noches tiraba una lágrima por ella, como parte final del ritual.
Sin duda alguna, mi recuerdo favorito que no es la pluma, ni la pulsera, es un trocito casi carbonado de tan viejo que es, es una espina de rosal, tiene una gota de sangre todavía, aunque solo yo la veo, rara vez la saco, y fue hace unos días que jugaba con ella entre mis manos…
“Para el inolvidable y verdadero amor de mi vida:
Con la ardiente pasión del deseo que me posee,
Con la distancia como muro que paso a paso voy destruyendo,
Con la certeza de amarte,
Dulce agonía que me hace morir feliz,
Te extraño tanto, vida mía,
El tiempo, cual velo segador, se corre una vez,
Comprendo mi error y recapacito,
Me doy cuenta de lo equivocado que estuve,
Buscando inútilmente lo que en ti siempre amé
Si es tu pasión aún como el agua que hierve,
Y tu corazón como los labios que la beben,
Encuéntrame este viernes a las ocho de la noche
En el cuarto catorce del Gaviotas
Tu eterno amante,
Fabiolo Filomeno Flores”
Les recuerdo que Filomeno no se llamaba Filomeno…
La cosa es que el día llegado, tal como lo habíamos planeado, ella vestida de sus mejores galas, tomó un taxi rumbo al Gaviotas, ahora que lo pienso pudimos elegir un hotelillo mas lejano, hubiese sido mas divertido, salió desde las seis de la tarde, al rato le llamé a sus papás, fingiendo mi voz, claro está, con aquello de que estaba secuestrada en el cuarto tal del hotel tal, no hubo que esperar mucho para que el hotel se viera rodeado por la policía, creo que la broma salió mejor de lo esperado, Ana llegó al cuarto y al tocar, le salieron a recibir, no su amado Filomeno, sino un sujeto tosco y corpulento, la entró por la fuerza y con otros dos sujetos que estaban adentro, le hicieron cosas que mi moral me impide narrarles, algo no muy distinto a lo que hubiese pasado si de verdad la hubiera esperado Filomeno, al llegar la policía, los delincuentes tomaron aquello como una trampa y le volaron el cerebro a la chica con una escopeta. Fue la única eventualidad que manchó la captura de esa peligrosa banda de asalta bancos.
Es increíble como se entera uno de cosas que no sabía, resulta que Ana estaba embarazada, eso explica porqué quería perjudicarme, me iba a culpar, afortunadamente el feto se parecía mucho al Filomeno ese, bueno, por lo menos el tipo de sangre no coincidía con el mío.
No se que pensar, hace años que pasó esto y me siento muy solo, a veces parece que recuerdo haber orinado ese perro de fieltro, sea que lo haya hecho o no, me habría gustado hacerlo, hace varios días pasé frente a su casa, todavía viven sus papás ahí, lo agradable es que he visto la margarita en aceite por la ventana, la guardan todavía, talvez no saben de donde viene, como yo no se de donde vino.
A veces pienso que me quería en verdad, pero no sabía como hacérmelo saber, digo, planeaba pasar el resto de su vida conmigo, a la fuerza, pero conmigo, o talvez no, talvez lo que quería en realidad era que le mantuvieran al hijo de su desorden, no lo se, a veces la extraño, cada vez que era su cumpleaños le ponía una margarita en la tumba, se secaban tan rápido, o talvez era que visitaba su tumba solo en la fecha de su cumpleaños.
Tengo la pluma guardada, algún día la arreglaré, o talvez es mejor si la dejo como está, igual no creo que vaya a usarla nunca, nunca me gustó sinceramente.
La pulsera la pongo siempre bajo mi almohada, es una suerte de ritual que practico cada noche, le doy un beso, la pongo ahí y me duermo recordando a la niña rubia que me acompañaba en el autobús, era tan distinta a la que me dio la pluma, mas pura, muy hermosa, aún antes de que la vida se llevara a Ana por delante, ya extrañaba yo a la niña de la pulsera, todas las noches tiraba una lágrima por ella, como parte final del ritual.
Sin duda alguna, mi recuerdo favorito que no es la pluma, ni la pulsera, es un trocito casi carbonado de tan viejo que es, es una espina de rosal, tiene una gota de sangre todavía, aunque solo yo la veo, rara vez la saco, y fue hace unos días que jugaba con ella entre mis manos…
2 comentarios:
Ya veo porque no tienes comentarios..... aaaaaaaah!
Hey, explícate que soy un poco lento...
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