lunes, 30 de junio de 2008
Cuento:...Y entre mis manos se perdió, Parte I
Acá, un cuento que espero les guste, esta vez es ficción total pero no se descarta que el arte imita a la realidad o quizá sea al revés...
La ilustración es de Jim Sweet, se llama "Where is my Mind"
…y entre mis manos se perdió, creo que no soy el único al que le pasan esas cosas, después de todo, gran parte de la vida nos la pasamos buscando cosas que hemos tenido frente a nuestras propias narices, sobre todo cuando esas cosas han estado siempre tan cercanas, tan cercanas que nos olvidamos de que existen, posiblemente en este momento no tomas como una gran cosa los apoyabrazos de tu silla pero si te pidieran que cambiaras tu silla por un banquito, te darías cuenta y resentirías mucho la perdida de tus apoyabrazos, y eso sin considerar tu respaldo.
Pues bien, la preciaba tanto y creo que habiéndola perdido de una manera tan burda, es previsible que la encuentre así de fácil como dejándola de buscar, y es que la ansiedad nos ciega tanto que no nos permite ver que lo que buscamos casi nos hace tropezar de tan cercano que esta, pero quien sabe, talvez no la encuentre nunca, o peor aún, talvez la halle siendo de alguien mas, no lleva mi nombre así que no podré reclamar mi derecho como primer dueño, talvez ni fui el primer dueño, ya no importa, a veces no es importante ser el primer dueño, sino ser el dueño que mas preció tal posesión, recuerdo que un amigo mío tuvo un automóvil, era su primer carro, pero el no había sido el primer dueño, en realidad nadie sabe quien había sido el primer dueño de aquel Tercelito rojo, pero a mi amigo no le importaba saberlo, amaba esa cosa, sospecho que le había puesto nombre y que hablaba con el, no me consta ni tengo pruebas, creo que mi sospecha nace de que si yo fuera él probablemente lo habría hecho. Bueno, el caso es que lloró mucho cuando comprobó que no podía competir en fuerza su Tercelito rojo contra un árbol, eso y que la noche es mala compañía para viajar. De cualquier forma tuvo que venderlo pues no tenía dinero para repararlo y endeudarse por el carrito aquel no le traía tanta cuenta, me parte el alma ver el cascarón de aquel juguete de ensueño como se pudre bajo la lluvia y se tuesta bajo el sol. Mi amigo no habla del tema pero no pasa nunca frente al viejo garaje donde yace lo último que queda de aquellas memorables aventuras que nos vieron felices dentro de un Tercelito rojo.
La cosa es que no pude evitar perderla como no puedo evitar sentir la pérdida como algo verdaderamente difícil de sobrellevar.
Recuerdo muy bien ese jueves, llegué a su casa con un arreglo bonito, algo extraño pero supuse que le gustaría, era su cumpleaños, lo que llevaba era una enorme margarita metida en una suerte de estuche transparente rellena de aceite, no se donde ni como me hice de ella, probablemente me la regalaron o la encontré, no lo se, pero se me figuró algo valioso y que valdría la pena dársela pues era una curiosidad, tengo dos costumbres con los regalos que doy a una persona especial, doy un beso al regalo y lo envuelvo en papel dorado, para mí representa que lo doy con amor y mis mejores deseos, bueno pues el caso es que me extrañé sobremanera porque cuando lo recibió, en vez de alegrarse, pareció resentirlo y estimarlo como algo barato, aunque no lo dijo, creo que no hacía falta tampoco, su agradecimiento fue seco y frío, traté de no prestarle importancia, ella me había quedado mal una vez también con un regalo, era una pluma que resultó mancharme la bolsa de la camisa, no me enoje externamente pues de cualquier forma no me gustaba mucho esa camisa, lo que me irritó fue que en vez de ayudarme se limitó a morirse de la risa, no era mi intención pero creo que lo de la flor fue una buena venganza. No creo que haya cosa más ridícula que una “Guerra de Regalos” es algo tan subjetivo que en el mejor de los casos nadie se da por aludido.
Al final de aquel jueves sucedió algo sumamente extraño, la cosa que me hace escribir esto, Ana, que así se llamaba, (Ana entre tantas Anas) no aceptó mi invitación a comer así que pasamos el día entero en su casa, subimos a su habitación y revisé algunas fotos que ella se había empeñado en que yo tenía que ver, con el hastío de quien mira o lee cosas por obligación pero sin el deseo de hacerlo, pasaba yo las hojas de su álbum, estaba yo sentado en su cama con la espalda sobre un enorme perro de fieltro, recuerdo de un tal Filomeno a quien no conocí nunca, excepto por fotos; Filomeno era el antiguo Yo en la vida de Ana, creo que lo atropelló un camión o se fue a otro país, no me importa en realidad, solo se que ya no existe. Me aburrí antes de lo que yo mismo esperaba y me quería ir antes de que asomara la familia de la chica, siempre he sido tan timorato, talvez es mi supuesta mojigatería lo que tanto Ana como su familia despreciaban de mí.
En medio de la espera, no se de qué, Ana salió con la ocurrencia de que celebrásemos, una champañita decía ella, que en realidad era cerveza y ron, debo reconocer que la idea no me pareció buena de principio pero que de todos modos no impedí que la lleváramos a cabo, bebimos un poco, retiramos las fotos de la cama y bebimos otro poco, y luego… bueno, esta parte, la parte importante, es la que no recuerdo…
Continuará...
martes, 24 de junio de 2008
La décima es de todos
Hoy quiero compartirles algo muy bonito que me sucedió hace unos días, tengo ratos de no contarles nada, bueno, he estado un poco ocupado...
Hay un blog muy bonito, yo entré casi de casualidad pero me gustó tanto que lo frecuento muy seguido, es un blog chileno llamado "La Décima Tiene Nombre de Mujer", lo conocí a través del blog del Maestro cubano Pedro Péglez Gonzalez, el asunto es que me he leído mucha poesía, sobre todo de Bárbara Calderón, para todos aquellos que disfruten de la poesía, les digo que no pueden perderse la obra de Bárbara que está en este blog, tengo acá los vínculos tanto al blog citado como al blog de Bárbara, muy bueno por cierto.
Encontré entre tantos, un poema de reciente creación (o al menos de reciente publicación) llamado "PRESAGIOS", me encantó tanto por su contenido que es muy fuerte, de verdad, pero algo con lo que sí me compró es con la retórica empleada, el poema, que está en décimas, está hecho a base de puras preguntas, algo al estilo de Neruda pero en femenino y en décimas.
No me contuve y le comente a Bárbara no solo sobre éste poema sino sobre el blog en general, ella me respondió y, bueno, se hizo basicamente un diálogo muy cordial, muy honesto sobretodo y es casi como el descubrimiento de una amistad cimentada en el arte decimal, que yo creo, ha de ser un lazo cósmico latinoaméricano supuesto a unir tarde o temprano a la latinada desde la Patagonia hasta el caribe, México y regiones de los Estados Unidos latinizadas.
Sin mas preámbulos les dejo acá este diálogo eternizado en un poema en décimas el cual, con permiso de su coautora, he dado en nombrar...
LA DECIMA ES DE TODOS
Walter:
Ay Barbarita preciosa
como disfruto este blog
y es que Dios te concedió
escribir poesía asombrosa
pues tu mano talentosa
mi depresión ha descrito,
sacaste el ahogado grito
que nunca supe externar,
me hubieras visto llorar
con este canto exquisito.
Bárbara:
Si este verso tu alma toca
es porque puedes sentir
presagios de un porvenir
que en tu cuerpo se sofoca.
Deja que diga tu boca
lo que es preciso saber,
que si bien ha de caer
una inclemente tormenta,
el dolor mejor se enfrenta
si lo podemos prever.
El cuerpo es muy sabio y dice
lo que nos duele escuchar,
nadie lo puede evitar
ya expertos o ya aprendices.
Anticipa cicatrices
imposibles de borrar;
Escúchalo: Te va a hablar
con un lenguaje certero,
anticipa el aguacero
que pronto te va a mojar.
Amigo guatemalteco
yo te quisiera pedir:
Ni un átomo de este sufrir
resuene en tu alma su eco.
Oscuros los recovecos
que signan tanta amargura.
Sirva la literatura
y nuestra hermosa amistad,
para encontrar la verdad
en sus callejas oscuras.
Walter:
Presto estoy para encontrar
la razón de tu canción
dentro de mi corazón.
Dejame solicitar
tu permiso pues postear
este dialogo elocuente
yo quisiera y que el silente
blog a todo el mundo diga
que eres mi lejana amiga;
Yo de Guate y tu de Chile,
Que el verso mejor se afile
y nunca se contradiga...
Bárbara:
LA DÉCIMA AMIGO MÍO
NO ES DE NADIE: ES DE TODOS,
CADA CUAL BUSCARÁ EL MODO
DE LLEVARLA EN SUS AVÍOS.
ACOMPAÑA EL DESVARÍO,
TE ILUMINA CON SU LUZ
TE AYUDA A CARGAR LA CRUZ
SI SE CUMPLEN LOS PRESAGIOS,
TE SALVA DE ESE NAUFRAGIO
EN EL QUE SE HAN HUNDIDO TUS...
...SENTIMIENTOS INOCENTES
DEL PELIGRO QUE ES VIVIR,
CUANDO IMPULSAN A SEGUIR
Y RUEDAS POR LA PENDIENTE.
AUNQUE TE ARRASTRE EL TORRENTE
Y CREAS QUE NO HAY SALIDA
LA DÉCIMA SALVA-VIDA
MUY PRONTO LLEGA EN TU AUXILIO
BORRA EL TIMBRE DEL EXILIO
LAMIÉNDOTE LAS HERIDAS.
HAGA USTED LO QUE PREFIERA
CON MIS DÉCIMAS PAGANAS,
SI SUS VERSOS NOS HERMANAN:
PUES TÓMELA TODA ENTERA.
LA DÉCIMA SIN FRONTERAS
NACIÓ PARA TODO EL MUNDO,
DERRAMANDO SU FECUNDO
CONTENIDO DE BELLEZA,
FONDO Y FORMA: LA SIMPLEZA
ES SU MENSAJE PROFUNDO.
UN ABRAZO DE
ANDARIEGA
Hay un blog muy bonito, yo entré casi de casualidad pero me gustó tanto que lo frecuento muy seguido, es un blog chileno llamado "La Décima Tiene Nombre de Mujer", lo conocí a través del blog del Maestro cubano Pedro Péglez Gonzalez, el asunto es que me he leído mucha poesía, sobre todo de Bárbara Calderón, para todos aquellos que disfruten de la poesía, les digo que no pueden perderse la obra de Bárbara que está en este blog, tengo acá los vínculos tanto al blog citado como al blog de Bárbara, muy bueno por cierto.
Encontré entre tantos, un poema de reciente creación (o al menos de reciente publicación) llamado "PRESAGIOS", me encantó tanto por su contenido que es muy fuerte, de verdad, pero algo con lo que sí me compró es con la retórica empleada, el poema, que está en décimas, está hecho a base de puras preguntas, algo al estilo de Neruda pero en femenino y en décimas.
No me contuve y le comente a Bárbara no solo sobre éste poema sino sobre el blog en general, ella me respondió y, bueno, se hizo basicamente un diálogo muy cordial, muy honesto sobretodo y es casi como el descubrimiento de una amistad cimentada en el arte decimal, que yo creo, ha de ser un lazo cósmico latinoaméricano supuesto a unir tarde o temprano a la latinada desde la Patagonia hasta el caribe, México y regiones de los Estados Unidos latinizadas.
Sin mas preámbulos les dejo acá este diálogo eternizado en un poema en décimas el cual, con permiso de su coautora, he dado en nombrar...
LA DECIMA ES DE TODOS
Walter:
Ay Barbarita preciosa
como disfruto este blog
y es que Dios te concedió
escribir poesía asombrosa
pues tu mano talentosa
mi depresión ha descrito,
sacaste el ahogado grito
que nunca supe externar,
me hubieras visto llorar
con este canto exquisito.
Bárbara:
Si este verso tu alma toca
es porque puedes sentir
presagios de un porvenir
que en tu cuerpo se sofoca.
Deja que diga tu boca
lo que es preciso saber,
que si bien ha de caer
una inclemente tormenta,
el dolor mejor se enfrenta
si lo podemos prever.
El cuerpo es muy sabio y dice
lo que nos duele escuchar,
nadie lo puede evitar
ya expertos o ya aprendices.
Anticipa cicatrices
imposibles de borrar;
Escúchalo: Te va a hablar
con un lenguaje certero,
anticipa el aguacero
que pronto te va a mojar.
Amigo guatemalteco
yo te quisiera pedir:
Ni un átomo de este sufrir
resuene en tu alma su eco.
Oscuros los recovecos
que signan tanta amargura.
Sirva la literatura
y nuestra hermosa amistad,
para encontrar la verdad
en sus callejas oscuras.
Walter:
Presto estoy para encontrar
la razón de tu canción
dentro de mi corazón.
Dejame solicitar
tu permiso pues postear
este dialogo elocuente
yo quisiera y que el silente
blog a todo el mundo diga
que eres mi lejana amiga;
Yo de Guate y tu de Chile,
Que el verso mejor se afile
y nunca se contradiga...
Bárbara:
LA DÉCIMA AMIGO MÍO
NO ES DE NADIE: ES DE TODOS,
CADA CUAL BUSCARÁ EL MODO
DE LLEVARLA EN SUS AVÍOS.
ACOMPAÑA EL DESVARÍO,
TE ILUMINA CON SU LUZ
TE AYUDA A CARGAR LA CRUZ
SI SE CUMPLEN LOS PRESAGIOS,
TE SALVA DE ESE NAUFRAGIO
EN EL QUE SE HAN HUNDIDO TUS...
...SENTIMIENTOS INOCENTES
DEL PELIGRO QUE ES VIVIR,
CUANDO IMPULSAN A SEGUIR
Y RUEDAS POR LA PENDIENTE.
AUNQUE TE ARRASTRE EL TORRENTE
Y CREAS QUE NO HAY SALIDA
LA DÉCIMA SALVA-VIDA
MUY PRONTO LLEGA EN TU AUXILIO
BORRA EL TIMBRE DEL EXILIO
LAMIÉNDOTE LAS HERIDAS.
HAGA USTED LO QUE PREFIERA
CON MIS DÉCIMAS PAGANAS,
SI SUS VERSOS NOS HERMANAN:
PUES TÓMELA TODA ENTERA.
LA DÉCIMA SIN FRONTERAS
NACIÓ PARA TODO EL MUNDO,
DERRAMANDO SU FECUNDO
CONTENIDO DE BELLEZA,
FONDO Y FORMA: LA SIMPLEZA
ES SU MENSAJE PROFUNDO.
UN ABRAZO DE
ANDARIEGA
lunes, 23 de junio de 2008
El Cuento del Té y los Cuchillos III
Esta es la parte final de mi cuento surreal, en esta porción el desenlace se aparece mas bien como necesario aunque dificimente previsible, nuevamente la ilustración es de Dali...
Salí de la zanja, mis ojos ya no eran como los que había tenido, eran miopes pero mi corazón me ayudaba a ver mejor, pues no veía bien pero presentía, así fue como se me ocurrió tomar rumbo hacia donde ella estaba y corrí hasta su jaula pero era muy distinta a como la recordaba. Estaba revitalizado, pero aún así me dolía todo el cuerpo y el alma, no querían mis piernas obedecer y en ciertos tramos de la marcha me hacían caer a propósito, aún así me arrastraba por el suelo, pues mi intención era llegar a la prisión, a la jaula que amaba yo tanto pues la contenía a ella y era tan doloroso sentirme aún tan lejano, no dejaba de amarla de ningún modo.
Me topé con algo muy raro cuando llegué a la jaula, todo era azul, la tierra, el cielo, el sol incluso, el viento era azul, los árboles y los animales también, la gente, la comida y las ideas, todo era azul, cuando por fin pude entrar en medio de la azulada, ya habían otros colores, me recibió un niño del mismo porte y talla que yo, tenía alas en su espalda, como las de una gallina, y una máscara que emulaba al rostro del fin del mundo, era horrible en verdad, sacudía sus alas cómo para alejarme, hincaba las piernas, primero una y luego la otra sin dejar de aletear, y hasta ahí no me había dado cuenta de que estaba haciendo un baile de cortejo pues desde una ventana alta le veía ella, la amada mía, la única y repetida, la común y descomunal, la fantástica y rutinaria, la aburrida, la repetida, la repetida, la repetida, la repetida… la amada.
…cuánto la quería.
Bajó de su ventana, desplegó sus alas y lentamente descendió con mucha elegancia, elevaba su vista y todo se volvió surreal en su entorno, los colores se encendían y se mezclaban porque el ojo ya no podía definirlos, se revolvían con los olores de mil flores y se diluían flotando como el aceite en el agua, pero flotando a medio aire, y había luces que venían de todas partes, algo muy hermoso, pero me dí cuenta de que solo yo podía ver aquello, pues no lo veía con mis ojos limitados, sino con mi corazón, pues no lo veía, lo sentía.
Quise acercarme para verla y sentir el aroma de su cuerpo pero no pude pues el niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo abría la boca y lanzaba flechas prendidas en fuego azul que se me pegaban al pecho y me doblaba yo de dolor, me hinchaba yo de odio hacia este personaje maldito, ¿cómo derrotarlo?, no tomaba yo en cuenta que en verdad no solo él me entorpecía, no consideraba yo las concausas, las incidencias pasadas, la experiencia y los antecedentes, lo culpaba yo a el, a el solamente y no me consideraba a mí mismo como responsable de mi propia infelicidad y primero lo odié a el, frunció su rostro y la tierra tembló delante mío, me logré cubrir antes de que sus dardos de fuego azul me tocaran, y ella entonces le tomó la mano, y empecé a sangrar por los ojos, era mi llanto que salía del alma, era el desahogó que me había asfixiado y pensé que ella iba a volar pero no se atrevió, el niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo no podía volar pues las alas de gallina no sirven para volar.
En una imagen divina la vi a ella subir y alcanzar alturas inimaginables y luego bajar, tan elegantemente como la primera vez, lejana y luego cercana y luego lejana otra vez y en una de esas subió y bajó de nuevo pero ya no volvió a estar cercana, y estaba a la par mía pero no estaba conmigo, y el niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo empezó a ascender también y se me acercaba burlonamente, y le tomé la mascara y se la arranqué pero tenía otra igual debajo, lo odié mas y procuré tomar esa otra y había otra más debajo, y otra y otra y otra y todas iguales, eran iguales pero la situación me hacía verlas cada vez mas horribles, me rendí pues sabía que nunca llegaría a conocer a ese niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo, ni siquiera llegaría a ver su verdadero rostro, y se llevó a mi mujer en caballos y en carroza, en antiguas riquezas hasta el extremo de la tierra, en la orilla del mundo de agua y no volvió hasta pasadas doscientas ochenta y ocho horas, pero no la lloré sino que me dediqué a correr durante ese tiempo, pero no corría todo el tiempo, a veces me sentaba a pensar en los pesares de la amada mía, en su llanto y en su sonrisa, en su rostro, en la expresión de sus ojos, y todo era bello en mi mente, pero a veces tan monótono, tan monótono, tan monótono, tan monótono, tan monótono…
No sabía cuanto tiempo había de transcurrir, me era un aeon, y fue para mi corazón eso mismo, un aeon, pero lo soporté valientemente y le sobreviví, antes de que se fuera, y como sabía que sucedería le puse un cordón en el tobillo y le besé el pié izquierdo, y mi beso se volvió brillante como un difuso astro, y puse en su cabeza una diadema que hice con oro perlado que tenía en mi corazón, y el niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo quiso quitarle la diadema y arrancarle el beso mío pero no pudo y tuvo que quedarse conforme pues eran bienes de ella y solo los perdería renunciándolos y no se cuando lo hará o si lo hizo ya.
Y llegó el ocaso, la noche, una sola ya, y luego mil mañanas y todas eran iguales, de dolor, de ironía, las mañanas eran púrpuras y lo vestían todo de púrpura y no podía yo hacer nada, y los veía delante de mí todos los días, los veía juntos en mi desayuno, en mis paseos, en mis lecturas, con los ojos cerrados los veía, y sus sonrisas eran clavos calientes que se adherían a mis pupilas y los besos que se daban eran latigazos que tronaban en mi espalda, quemaban mi carne y torturaban mi angustiada alma.
El niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo me veía y reía, una y otra vez, y me provocaba dolor con su risa y a la vez que me quejaba la amada mía me consolaba rudamente, sin sentimiento alguno, prefería que no me consolara y se lo pedí y no entendió lo que le dije y puso jugo de limón en mis heridas y poco a poco me fui recuperando, transcurrieron entonces otras varias mañanas que no tenían filiación con la noche, y me castigaba su risa la del niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo, pero más me dolía la mirada que había en sus ojos colorados, una mirada que inyectaba odio y desdén, no soportaba esa mirada, ya no mas.
Tenía que hallar una piedra para lanzársela en el ojo al niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo, pero como no hallé me tomé un lóbulo del corazón y de el hice dos piedras, le arrojé la primera y se deshizo en fuego antes de tocarlo por la ira que contenía, la segunda la arrojé y ella la tomó, se derritió en su mano y se volvió sangre y entonces ella tomó de sí una moneda y me la dio en la mano con amor, para que me comprara un lóbulo nuevo, pero preferí ponerme la moneda en cambio y me funcionó muy bien, para mí tener esa moneda era como tenerla a ella, palpita conmigo ahora y lo hará por siempre, pero llegará un día en que la moneda sea hallada en medio de estiércol, lo se muy bien.
Salí de la zanja, mis ojos ya no eran como los que había tenido, eran miopes pero mi corazón me ayudaba a ver mejor, pues no veía bien pero presentía, así fue como se me ocurrió tomar rumbo hacia donde ella estaba y corrí hasta su jaula pero era muy distinta a como la recordaba. Estaba revitalizado, pero aún así me dolía todo el cuerpo y el alma, no querían mis piernas obedecer y en ciertos tramos de la marcha me hacían caer a propósito, aún así me arrastraba por el suelo, pues mi intención era llegar a la prisión, a la jaula que amaba yo tanto pues la contenía a ella y era tan doloroso sentirme aún tan lejano, no dejaba de amarla de ningún modo.
Me topé con algo muy raro cuando llegué a la jaula, todo era azul, la tierra, el cielo, el sol incluso, el viento era azul, los árboles y los animales también, la gente, la comida y las ideas, todo era azul, cuando por fin pude entrar en medio de la azulada, ya habían otros colores, me recibió un niño del mismo porte y talla que yo, tenía alas en su espalda, como las de una gallina, y una máscara que emulaba al rostro del fin del mundo, era horrible en verdad, sacudía sus alas cómo para alejarme, hincaba las piernas, primero una y luego la otra sin dejar de aletear, y hasta ahí no me había dado cuenta de que estaba haciendo un baile de cortejo pues desde una ventana alta le veía ella, la amada mía, la única y repetida, la común y descomunal, la fantástica y rutinaria, la aburrida, la repetida, la repetida, la repetida, la repetida… la amada.
…cuánto la quería.
Bajó de su ventana, desplegó sus alas y lentamente descendió con mucha elegancia, elevaba su vista y todo se volvió surreal en su entorno, los colores se encendían y se mezclaban porque el ojo ya no podía definirlos, se revolvían con los olores de mil flores y se diluían flotando como el aceite en el agua, pero flotando a medio aire, y había luces que venían de todas partes, algo muy hermoso, pero me dí cuenta de que solo yo podía ver aquello, pues no lo veía con mis ojos limitados, sino con mi corazón, pues no lo veía, lo sentía.
Quise acercarme para verla y sentir el aroma de su cuerpo pero no pude pues el niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo abría la boca y lanzaba flechas prendidas en fuego azul que se me pegaban al pecho y me doblaba yo de dolor, me hinchaba yo de odio hacia este personaje maldito, ¿cómo derrotarlo?, no tomaba yo en cuenta que en verdad no solo él me entorpecía, no consideraba yo las concausas, las incidencias pasadas, la experiencia y los antecedentes, lo culpaba yo a el, a el solamente y no me consideraba a mí mismo como responsable de mi propia infelicidad y primero lo odié a el, frunció su rostro y la tierra tembló delante mío, me logré cubrir antes de que sus dardos de fuego azul me tocaran, y ella entonces le tomó la mano, y empecé a sangrar por los ojos, era mi llanto que salía del alma, era el desahogó que me había asfixiado y pensé que ella iba a volar pero no se atrevió, el niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo no podía volar pues las alas de gallina no sirven para volar.
En una imagen divina la vi a ella subir y alcanzar alturas inimaginables y luego bajar, tan elegantemente como la primera vez, lejana y luego cercana y luego lejana otra vez y en una de esas subió y bajó de nuevo pero ya no volvió a estar cercana, y estaba a la par mía pero no estaba conmigo, y el niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo empezó a ascender también y se me acercaba burlonamente, y le tomé la mascara y se la arranqué pero tenía otra igual debajo, lo odié mas y procuré tomar esa otra y había otra más debajo, y otra y otra y otra y todas iguales, eran iguales pero la situación me hacía verlas cada vez mas horribles, me rendí pues sabía que nunca llegaría a conocer a ese niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo, ni siquiera llegaría a ver su verdadero rostro, y se llevó a mi mujer en caballos y en carroza, en antiguas riquezas hasta el extremo de la tierra, en la orilla del mundo de agua y no volvió hasta pasadas doscientas ochenta y ocho horas, pero no la lloré sino que me dediqué a correr durante ese tiempo, pero no corría todo el tiempo, a veces me sentaba a pensar en los pesares de la amada mía, en su llanto y en su sonrisa, en su rostro, en la expresión de sus ojos, y todo era bello en mi mente, pero a veces tan monótono, tan monótono, tan monótono, tan monótono, tan monótono…
No sabía cuanto tiempo había de transcurrir, me era un aeon, y fue para mi corazón eso mismo, un aeon, pero lo soporté valientemente y le sobreviví, antes de que se fuera, y como sabía que sucedería le puse un cordón en el tobillo y le besé el pié izquierdo, y mi beso se volvió brillante como un difuso astro, y puse en su cabeza una diadema que hice con oro perlado que tenía en mi corazón, y el niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo quiso quitarle la diadema y arrancarle el beso mío pero no pudo y tuvo que quedarse conforme pues eran bienes de ella y solo los perdería renunciándolos y no se cuando lo hará o si lo hizo ya.
Y llegó el ocaso, la noche, una sola ya, y luego mil mañanas y todas eran iguales, de dolor, de ironía, las mañanas eran púrpuras y lo vestían todo de púrpura y no podía yo hacer nada, y los veía delante de mí todos los días, los veía juntos en mi desayuno, en mis paseos, en mis lecturas, con los ojos cerrados los veía, y sus sonrisas eran clavos calientes que se adherían a mis pupilas y los besos que se daban eran latigazos que tronaban en mi espalda, quemaban mi carne y torturaban mi angustiada alma.
El niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo me veía y reía, una y otra vez, y me provocaba dolor con su risa y a la vez que me quejaba la amada mía me consolaba rudamente, sin sentimiento alguno, prefería que no me consolara y se lo pedí y no entendió lo que le dije y puso jugo de limón en mis heridas y poco a poco me fui recuperando, transcurrieron entonces otras varias mañanas que no tenían filiación con la noche, y me castigaba su risa la del niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo, pero más me dolía la mirada que había en sus ojos colorados, una mirada que inyectaba odio y desdén, no soportaba esa mirada, ya no mas.
Tenía que hallar una piedra para lanzársela en el ojo al niño de las alas de gallina, el de la mascara del fin del mundo, pero como no hallé me tomé un lóbulo del corazón y de el hice dos piedras, le arrojé la primera y se deshizo en fuego antes de tocarlo por la ira que contenía, la segunda la arrojé y ella la tomó, se derritió en su mano y se volvió sangre y entonces ella tomó de sí una moneda y me la dio en la mano con amor, para que me comprara un lóbulo nuevo, pero preferí ponerme la moneda en cambio y me funcionó muy bien, para mí tener esa moneda era como tenerla a ella, palpita conmigo ahora y lo hará por siempre, pero llegará un día en que la moneda sea hallada en medio de estiércol, lo se muy bien.
viernes, 20 de junio de 2008
La Décima Tiene Nombre de Mujer
Un humilde homenaje de mi parte a un blog impresionante, desde la tierra del Quetzal a la tierra del Condor...
La décima tiene nombre
de mujer, es innegable
pues es fuente inagotable
del sentir que a cualquier hombre
le trastorna. No te asombre
que ese canto delicioso
venga a ser del alma pozo
que refresca, que renueva,
a quien se acerca y la prueba
contagia su dulce gozo
La décima tiene aspecto
de mujer en la penumbra,
Luz que al payador alumbra
para crear verso perfecto;
La décima es en efecto
ese lado femenino,
es la musa que un día vino
y se transformó en poesía,
Es tristeza y alegría
juntas en mismo camino.
La décima tiene fuerza
como una mujer silente,
Efecto muy diferente
para el hombre que la versa,
La décima vive inmersa
en pasiones desbordantes,
Ahora al igual que antes
la espinela me sugiere,
la rima que nunca muere
y que espera que la cantes.
La décima es fantasía
de mujeres en un sueño;
Canción que no tiene dueño,
ilusión de todo el día.
La décima desafía
al que la quiere tomar,
Su casa es cualquier lugar
en que encuentre buen asiento
y nace en cualquier momento,
de cualquier cosa ha de hablar.
La décima no es tan solo
una métrica precisa,
Es llanto y a veces risa,
Es culpa y a veces dolo,
Presagio que un día vio lo
que podría suceder,
tan simple como entrever.
Lo digo por vez enésima,
Insisto en que nuestra Décima
Tiene Nombre de Mujer.
La décima tiene nombre
de mujer, es innegable
pues es fuente inagotable
del sentir que a cualquier hombre
le trastorna. No te asombre
que ese canto delicioso
venga a ser del alma pozo
que refresca, que renueva,
a quien se acerca y la prueba
contagia su dulce gozo
La décima tiene aspecto
de mujer en la penumbra,
Luz que al payador alumbra
para crear verso perfecto;
La décima es en efecto
ese lado femenino,
es la musa que un día vino
y se transformó en poesía,
Es tristeza y alegría
juntas en mismo camino.
La décima tiene fuerza
como una mujer silente,
Efecto muy diferente
para el hombre que la versa,
La décima vive inmersa
en pasiones desbordantes,
Ahora al igual que antes
la espinela me sugiere,
la rima que nunca muere
y que espera que la cantes.
La décima es fantasía
de mujeres en un sueño;
Canción que no tiene dueño,
ilusión de todo el día.
La décima desafía
al que la quiere tomar,
Su casa es cualquier lugar
en que encuentre buen asiento
y nace en cualquier momento,
de cualquier cosa ha de hablar.
La décima no es tan solo
una métrica precisa,
Es llanto y a veces risa,
Es culpa y a veces dolo,
Presagio que un día vio lo
que podría suceder,
tan simple como entrever.
Lo digo por vez enésima,
Insisto en que nuestra Décima
Tiene Nombre de Mujer.
martes, 17 de junio de 2008
Aprendí
Aprendí desde pequeño
el valor de trabajar,
Aprendí que hay que ganar
digna vida con empeño.
Aprendí que todo sueño
puede hacerse realidad,
Aprendí que la verdad
es invaluable riqueza,
Aprendí que la pereza
no merece la piedad.
Aprendí que era el castigo
la justicia merecida,
Aprendí que en esta vida
eres mi mejor amigo.
Aprendí a contar contigo
a admirarte a querer ser
hijo que has de merecer;
Ser orgullo de tus canas,
de vivir darte mis ganas
y feliz poderte ver.
Aprendí que en una mano
llevabas el cinturón
pero en la otra el corazón,
Aprendí que no fue en vano
pues me hiciste el ser humano
que levanta la cabeza
con orgullo y con certeza
de tener en ti un aliado.
Maestro experimentado
que consuela mi tristeza.
Aprendí que un padre bueno
no es el que todo consiente,
ni el que vive indiferente
viendo a su hijo como ajeno.
De cariño tengo lleno
el pecho porque aprendí
que tenerte junto a mi
es regalo por Dios dado.
Padre, ¡Cuánto te he admirado!
Quiero ser igual a ti.
Walter Gonzalez
el valor de trabajar,
Aprendí que hay que ganar
digna vida con empeño.
Aprendí que todo sueño
puede hacerse realidad,
Aprendí que la verdad
es invaluable riqueza,
Aprendí que la pereza
no merece la piedad.
Aprendí que era el castigo
la justicia merecida,
Aprendí que en esta vida
eres mi mejor amigo.
Aprendí a contar contigo
a admirarte a querer ser
hijo que has de merecer;
Ser orgullo de tus canas,
de vivir darte mis ganas
y feliz poderte ver.
Aprendí que en una mano
llevabas el cinturón
pero en la otra el corazón,
Aprendí que no fue en vano
pues me hiciste el ser humano
que levanta la cabeza
con orgullo y con certeza
de tener en ti un aliado.
Maestro experimentado
que consuela mi tristeza.
Aprendí que un padre bueno
no es el que todo consiente,
ni el que vive indiferente
viendo a su hijo como ajeno.
De cariño tengo lleno
el pecho porque aprendí
que tenerte junto a mi
es regalo por Dios dado.
Padre, ¡Cuánto te he admirado!
Quiero ser igual a ti.
Walter Gonzalez
.
lunes, 16 de junio de 2008
El Cuento del Té y los Cuchillos II
Hoy les comparto la continuación de este cuento surrealista; en esta parte se hallan mezclados muchos elementos que pueden guiar al lector a clarificar las ideas, es esta quizá, la parte clave en la historia que cuento, espero que la disfruten...
Ah, este cuadro tambien es de Dali.
Siendo niño como era, mi razonamiento dejó de ser concreto y empecé a fantasear, me trepaba las paredes como si de esa manera pudiera al menos llegar a la estratosfera y de ahí saltar a la primera estrella que se dejase tocar, nunca llegué a la estratosfera, ni siquiera al techo, lo que yo trataba de evitar a toda costa era que la desesperación tocara mi puerta, era imposible mantenerla alejada de mi ventana desde donde observaba todo lo que yo hacía, sabía que yo la odiaba, por eso me seguía la muy astuta; por fortuna hallé una forma de esquivarla, me ocupaba en otras necesidades, cuando ella se asomaba simplemente la ignoraba y se iba de mi, derrotada.
Dejé de pensar en la idea de subir, me concentré mejor en volver, tratar de hallar la manera de acercarme a ella, fui a su jaula una vez más, la vi ahí entre los barrotes, se veía mas grande de lo que recordaba, era yo el pequeño en realidad, ella me había visto pero me ignoraba, me sentía cercano a ella y a la vez, mas lejano que nunca, sentí que podía hablarle pero que de todos modos sería inútil pues no me oiría, preferí irme sin hacer el menor ruido, caminé por el largo pasillo que me sacaría de allí, agachaba mi cabeza en expresión patética, me dolía el corazón, lo sentía como un coagulo de sangre atravesado en la garganta, yo la quería mucho, mas que a nada, como si mi valor dependiera de lo que ella pensaba, de lo que ella decía.
Ella era hermosa, delgada, morena y su rostro proyectaba cierta picardía inocente, sus ojos eran del color de la miel reposada en un cristal iluminado por el sol, su olor era el olor del cielo, dulce, cítrico, mezclado con la sal de su cuerpo, ella no tenía nombre y a la vez los tenía todos, se llamaba Angélica, Nancy, Anabela, Luana, Ursula, Clara, Ileana, Ana, y todos los demás nombres, se llamaba Lilith y Astarté también, de manera que con cualquier nombre la invocaba yo, pero era inútil pues de ninguna forma me escuchaba.
Así que la última vez que la vi hermosa, le tomé la mano y se la besé tratando de ocultar de alguna manera el dolor que sentía, pero ella intuyó odió en mis ojos, quizás adivinó tan bien, tanto que descubrió algo que yo mismo no me había atrevido a advertir, que en verdad yo la odiaba, se trastornó y su rostro se volvió como el de una bestia indescriptible, tan horrible que temí por mi propia vida, y por la de ella pues sabía que la bestia que tenía enfrente no era mi amada, pero quería devorarla, tomé la espada que ella guardaba en su pecho y quise cortar su garganta, pero no pude y ella me atrajo a sí, me sedujo y no me di cuenta en qué momento estaba masticándose mis ojos y quedé ciego.
Y me fui de allí torpemente, me tropezaba con todo y caía al suelo, sentía la sangre caliente que bañaba mis mejillas, y el vaho del aliento de la bestia aún tibio cerca de mi nariz, era niño apenas pero ya conocía el dolor de haber sido lastimado y herido como en una guerra de las mas crueles, y la ira escapo de mi ser y el deseo de venganza no vino nunca, sino una extraña compasión por mi mismo y por ella, pero ya no podía decirle nada, no fuera a ser que incluso mis labios perecieran, mi lengua fuese cercenada hasta su nacimiento y mis dientes fuesen quebrados uno a uno, pues era Lilith y Astarté, y no había forma como pudiera yo vencerle, y no quería vencerle.
Me habría entregado al demonio mismo si algún provecho me trajera, en su lugar me propuse abrir una zanja, y escarbé, escarbé tanto, con las manos nada más, no sabía que tanto debía escarbar así que seguí y pasaron muchas noches y la oscuridad de aquel abismo se hizo todavía mas negra que la de mi ceguera, tanto que algunas veces se me olvidaba que estaba ciego y deseaba encender una luz, el suelo se empezó a poner lodoso y supuse entonces que era suficiente, me senté en el suelo listo para morir, podría haber muerto esa misma noche o la noche siguiente, pues todas las noches eran iguales y los días eran noches también pues todo era tinieblas, no sabía en qué terminaría todo aquello pero empecé a sentir que a pesar de mi cuerpo infantil, la barba me asomaba, y era anciano ya sin dejar de ser niño.
Sentí entonces que corría otra vez sangre de mis cuencas vacías, sangre tibia que brotaba de ningún lado, sangre rala y tibia que ahogaba por pocos mis suspiros que se iban convirtiendo lentamente en sollozos y entonces comprendí que no era sangre sino lágrimas que poco a poco se iban amontonando en mis cuencas y sobre las cuales se formaba una capa de sangre que se entretejía como una telaraña y se extendía con latidos hermosos, lentos y suaves, y de lagrimas que se cristalizaban en prisiones de sangre hecha burbujas, renacieron mis ojos y pude ver un resplandor de luz que me alentaba a seguir, a levantarme, a liberar a la amada mía del monstruo que la poseía, el monstruo que me había herido.
Continuará la próxima semana...
Siendo niño como era, mi razonamiento dejó de ser concreto y empecé a fantasear, me trepaba las paredes como si de esa manera pudiera al menos llegar a la estratosfera y de ahí saltar a la primera estrella que se dejase tocar, nunca llegué a la estratosfera, ni siquiera al techo, lo que yo trataba de evitar a toda costa era que la desesperación tocara mi puerta, era imposible mantenerla alejada de mi ventana desde donde observaba todo lo que yo hacía, sabía que yo la odiaba, por eso me seguía la muy astuta; por fortuna hallé una forma de esquivarla, me ocupaba en otras necesidades, cuando ella se asomaba simplemente la ignoraba y se iba de mi, derrotada.
Dejé de pensar en la idea de subir, me concentré mejor en volver, tratar de hallar la manera de acercarme a ella, fui a su jaula una vez más, la vi ahí entre los barrotes, se veía mas grande de lo que recordaba, era yo el pequeño en realidad, ella me había visto pero me ignoraba, me sentía cercano a ella y a la vez, mas lejano que nunca, sentí que podía hablarle pero que de todos modos sería inútil pues no me oiría, preferí irme sin hacer el menor ruido, caminé por el largo pasillo que me sacaría de allí, agachaba mi cabeza en expresión patética, me dolía el corazón, lo sentía como un coagulo de sangre atravesado en la garganta, yo la quería mucho, mas que a nada, como si mi valor dependiera de lo que ella pensaba, de lo que ella decía.
Ella era hermosa, delgada, morena y su rostro proyectaba cierta picardía inocente, sus ojos eran del color de la miel reposada en un cristal iluminado por el sol, su olor era el olor del cielo, dulce, cítrico, mezclado con la sal de su cuerpo, ella no tenía nombre y a la vez los tenía todos, se llamaba Angélica, Nancy, Anabela, Luana, Ursula, Clara, Ileana, Ana, y todos los demás nombres, se llamaba Lilith y Astarté también, de manera que con cualquier nombre la invocaba yo, pero era inútil pues de ninguna forma me escuchaba.
Así que la última vez que la vi hermosa, le tomé la mano y se la besé tratando de ocultar de alguna manera el dolor que sentía, pero ella intuyó odió en mis ojos, quizás adivinó tan bien, tanto que descubrió algo que yo mismo no me había atrevido a advertir, que en verdad yo la odiaba, se trastornó y su rostro se volvió como el de una bestia indescriptible, tan horrible que temí por mi propia vida, y por la de ella pues sabía que la bestia que tenía enfrente no era mi amada, pero quería devorarla, tomé la espada que ella guardaba en su pecho y quise cortar su garganta, pero no pude y ella me atrajo a sí, me sedujo y no me di cuenta en qué momento estaba masticándose mis ojos y quedé ciego.
Y me fui de allí torpemente, me tropezaba con todo y caía al suelo, sentía la sangre caliente que bañaba mis mejillas, y el vaho del aliento de la bestia aún tibio cerca de mi nariz, era niño apenas pero ya conocía el dolor de haber sido lastimado y herido como en una guerra de las mas crueles, y la ira escapo de mi ser y el deseo de venganza no vino nunca, sino una extraña compasión por mi mismo y por ella, pero ya no podía decirle nada, no fuera a ser que incluso mis labios perecieran, mi lengua fuese cercenada hasta su nacimiento y mis dientes fuesen quebrados uno a uno, pues era Lilith y Astarté, y no había forma como pudiera yo vencerle, y no quería vencerle.
Me habría entregado al demonio mismo si algún provecho me trajera, en su lugar me propuse abrir una zanja, y escarbé, escarbé tanto, con las manos nada más, no sabía que tanto debía escarbar así que seguí y pasaron muchas noches y la oscuridad de aquel abismo se hizo todavía mas negra que la de mi ceguera, tanto que algunas veces se me olvidaba que estaba ciego y deseaba encender una luz, el suelo se empezó a poner lodoso y supuse entonces que era suficiente, me senté en el suelo listo para morir, podría haber muerto esa misma noche o la noche siguiente, pues todas las noches eran iguales y los días eran noches también pues todo era tinieblas, no sabía en qué terminaría todo aquello pero empecé a sentir que a pesar de mi cuerpo infantil, la barba me asomaba, y era anciano ya sin dejar de ser niño.
Sentí entonces que corría otra vez sangre de mis cuencas vacías, sangre tibia que brotaba de ningún lado, sangre rala y tibia que ahogaba por pocos mis suspiros que se iban convirtiendo lentamente en sollozos y entonces comprendí que no era sangre sino lágrimas que poco a poco se iban amontonando en mis cuencas y sobre las cuales se formaba una capa de sangre que se entretejía como una telaraña y se extendía con latidos hermosos, lentos y suaves, y de lagrimas que se cristalizaban en prisiones de sangre hecha burbujas, renacieron mis ojos y pude ver un resplandor de luz que me alentaba a seguir, a levantarme, a liberar a la amada mía del monstruo que la poseía, el monstruo que me había herido.
Continuará la próxima semana...
domingo, 15 de junio de 2008
Extracto de "La Musa del Blues"
Dejo acá un fragmento de la introducción de mi nuevo libro, si alguno desea una copia del libro, con gusto se la envío gratis a su correo-e, dejame tu dirección en un comentario y te lo mando...
La esperanza siempre queda
De haber hecho un buen trabajo
Que la décima que atrajo
Del autor la pluma, pueda
Demostrar que como seda
Es el canto de diez versos
Ordenados, no dispersos,
Con estilo peculiar,
Homenaje al buen rimar
Sobre asuntos muy diversos
Sea disfrute al buen lector
La compilación presente
Y le brote de repente
Esa veta de escritor
Que contiene en su interior
Que estos dichos iniciales
Se transformen en cordiales
Saludos de quien concibe
Cuanta cosa aquí se escribe
El autor…
Walter González.
La esperanza siempre queda
De haber hecho un buen trabajo
Que la décima que atrajo
Del autor la pluma, pueda
Demostrar que como seda
Es el canto de diez versos
Ordenados, no dispersos,
Con estilo peculiar,
Homenaje al buen rimar
Sobre asuntos muy diversos
Sea disfrute al buen lector
La compilación presente
Y le brote de repente
Esa veta de escritor
Que contiene en su interior
Que estos dichos iniciales
Se transformen en cordiales
Saludos de quien concibe
Cuanta cosa aquí se escribe
El autor…
Walter González.
jueves, 12 de junio de 2008
El Shute
Toda una institución del folklore nacional, por allá dicen "Metiche", otros dicen "Entrometido", nosotros le decimos "Shute"...
Acá decimos que es shute
Quien sin autorización
Entra en la conversación
Sin saber qué se discute.
Como en un costal de yute
En que el trigo está empacado,
El metiche consagrado
Se mete en cualquier asunto,
Y yo ahora me pregunto
¿Cual será el gusto fregado?
Shute hay que te desaviene
Con sus ganas de joder,
Hay también quien quiere ver
Si hay algo que le conviene,
El caso es que el shute viene
A hacer la composición
De arruinar la situación.
Como el shute es atrevido,
Es de todos conocido
Como arruga en el calzón.
Quien sin autorización
Entra en la conversación
Sin saber qué se discute.
Como en un costal de yute
En que el trigo está empacado,
El metiche consagrado
Se mete en cualquier asunto,
Y yo ahora me pregunto
¿Cual será el gusto fregado?
Shute hay que te desaviene
Con sus ganas de joder,
Hay también quien quiere ver
Si hay algo que le conviene,
El caso es que el shute viene
A hacer la composición
De arruinar la situación.
Como el shute es atrevido,
Es de todos conocido
Como arruga en el calzón.
W. Gonzalez
miércoles, 11 de junio de 2008
Recuerdos en décimas, año 2004, parte II
Todavía está en mi mente
la imagen de tu partida
parecías muy decidida,
pero esperá que te cuente
lo que ahora dice la gente,
que sos una aprovechada,
bruja cruel y desgraciada
que castiga a quien la quiere,
sin saber que ella prefiere
ser odiada y despreciada.
El destino que elegiste
ya vino a tocar tu puerta,
recompensa dura y cierta
sin querer ya recibiste,
no lo digo haciendo chiste,
pues también fui mal herido,
pero hay algo que te pido,
nunca digás que me has visto,
ni pensés que yo aún existo
ya enterrame en el olvido…
la imagen de tu partida
parecías muy decidida,
pero esperá que te cuente
lo que ahora dice la gente,
que sos una aprovechada,
bruja cruel y desgraciada
que castiga a quien la quiere,
sin saber que ella prefiere
ser odiada y despreciada.
El destino que elegiste
ya vino a tocar tu puerta,
recompensa dura y cierta
sin querer ya recibiste,
no lo digo haciendo chiste,
pues también fui mal herido,
pero hay algo que te pido,
nunca digás que me has visto,
ni pensés que yo aún existo
ya enterrame en el olvido…
fotografía tomada de http://acastedo.files.wordpress.com/2006/01/ocaso.jpg, sin modificaciones y sin propósito comercial...
lunes, 9 de junio de 2008
El Cuento del Té y los Cuchillos I
Todo un clásico, presentaré este cuento en entregas semanales, espero les guste, ah, el cuadro de acá a la par es de Salvador Dali...
Te y Cuchillos
Por Walter Gonzalez
Antes de empezar mi relato quiero aclarar que no todas las cosas que narro ocurrieron en el mismo orden, las cuento según su importancia, pero todo es real, desentrañado de toda sutileza, ironía, simbolismos y analogías, es una historia muy simple que sí sucedió.
¿De donde vienen las ideas? ¿A dónde van?, quizás vienen de la nada, se alimentan de la misma comida que nutre a los sueños, viven de miedos, de deseos insatisfechos, comen angustia pero no los digieren, por el contrario, los vomitan para que se queden en nuestra mente como una mancha apestosa e indeseable, y muchas veces las prohibiciones y las imposibilidades, que son oportunamente muros en que chocan esas ideas y esos sueños, lejos de detener, dan fuerza a esas irrealidades.
No se porqué tendemos a aferrarnos a aquellas metas que no son metas, sino abismos sin fondo, la prisión de la imposibilidad debería darnos reposo, como el saber que la noche es noche y que el día es día, el saber que se puede y el saber que no se puede, pero ¿Porqué el hombre inventa aviones entonces? ¿Es que la naturaleza no le dejó en claro que no puede volar?, ¿Porqué el automóvil?, es totalmente una rebeldía escondida en corazones obstinados que no admiten un no, y que hallan la escalera para bajar y subir al abismo como se les antoje, tiraron abajo las rejas, se liberaron a si mismos, y un mísero esclavo atado a una roca llora y se pregunta ¿Porqué no me puedo desatar?, y parece que se responde con la misma duda, se perfora el corazón hasta morir y a la vez cuantos cientos de esclavos aman la roca a la que se hallan atados, y otros que hacen como si no existiera.
En una prisión la tenía a ella, preciosa, dulce, encantadora, amante, deseable pero ajena, si, por eso estaba en esa prisión, cada vez que podía subía y se iba a veces antes de llegar a las estrellas, a veces llegaba a una, a veces a otra, pero me asustó terriblemente cuando me indicó la posibilidad de buscar un refugio perpetuo después de las estrellas, ya una vez estuvo detrás del gran acuario, pero yo no la conocía entonces, eso no importa en todo caso, el asunto es que me intranquilizó pues nunca he salido de mi atmósfera, ni se me había ocurrido que se la pasase tan bién allá arriba, no tenía porqué importarme, y aún si tuviera que, ella no se quedaría allá, después de las estrellas lo único que hay es frío y vacío, no creo que ella lo soporte.
Lo único que me quedaba por hacer era tratar de disfrutar los últimos días con ella, pero era tan difícil, ella no quería lastimarme y puso una cortina en las rejas de su jaula de manera que yo no pudiera verla, me dolió tanto que me enojé con ella, luego ella quiso contentarme con halagos y palabras dulces, pero no me atreví a recibir sus muestras de afecto, ella sufría tratando de consolarme y yo sufría tratando de olvidarla, no se de donde me había nacido la idea de que nos queríamos el uno al otro, en forma extraña y confusa, a través de gritos y malos tratos, ja, pero era como si de alguna forma nos estuviéramos jugando una gran broma el uno al otro, una dolorosa broma.
A veces quería irme, a veces quería quedarme y el motivo de ambos deseos era el mismo, ella, cuando subía ella yo no me atrevía a seguirla, como no me atrevía a entrar a su jaula, lo curioso es que desde mi lado era ella la encerrada y desde su lado era yo el encerrado, los dos éramos libres y prisioneros a la vez, y yo me sentía mas prisionero que libre, mas encerrado que ella y quería escapar entrando a la jaula de ella aunque no me atrevería nunca a hacerlo.
Absorto en mis ideas me hallaba cuando resultó que estando ella medio despierta, la soledad vino y le dio tal golpe, que no pudo sostenerse en pié y cayó al suelo como muerta, así que rompí su cortina y entré sin pensar en su jaula, vi entonces que no estaba sola y que no había sido la soledad quien la había golpeado, había sido la desesperación que estaba todavía sentada en un rincón, la vi con desprecio y quiso tomarme y golpearme también, pero no lo consiguió, despertó de su inconciencia la amada mía y se levantó, el suelo empezó a temblar, ahora mi amada era una niña y me dijo que quería que me quedara con ella, me preparó una taza de té, una taza solamente y me la bebí entera mientras ella me veía, cuando terminé de beber, ya no era la niña y nunca mas volvería a serlo, dejó de temblar.
Yo me resistía a salir de su jaula, ella me veía con desprecio, igual que las fotos que tenía ella colgadas, en todas ellas el mismo rostro, el rostro del final del mundo, y todas las fotos y ella me miraban con el ceño fruncido pues yo no quería salir de la jaula, y lloré por ello, y noté que en tanto mas lloraba me iba haciendo mas joven y no dejé de llorar hasta que me convertí en niño, y la desesperación, que seguía en la misma esquina que hacía un rato me tomó por detrás, me levantó y me arrojó en el suelo, tenía yo entonces como dos meses de haber nacido pero no morí con el golpe aunque perdí el sentido, cuando desperté estaba afuera de la jaula, todavía era niño aunque un poco mas grande, lo suficiente como para tener memoria, y nunca mas dejaría de serlo, creo que las fotos dejaron de fruncir el ceño.
Continuará la próxima semana...
Te y Cuchillos
Por Walter Gonzalez
Antes de empezar mi relato quiero aclarar que no todas las cosas que narro ocurrieron en el mismo orden, las cuento según su importancia, pero todo es real, desentrañado de toda sutileza, ironía, simbolismos y analogías, es una historia muy simple que sí sucedió.
¿De donde vienen las ideas? ¿A dónde van?, quizás vienen de la nada, se alimentan de la misma comida que nutre a los sueños, viven de miedos, de deseos insatisfechos, comen angustia pero no los digieren, por el contrario, los vomitan para que se queden en nuestra mente como una mancha apestosa e indeseable, y muchas veces las prohibiciones y las imposibilidades, que son oportunamente muros en que chocan esas ideas y esos sueños, lejos de detener, dan fuerza a esas irrealidades.
No se porqué tendemos a aferrarnos a aquellas metas que no son metas, sino abismos sin fondo, la prisión de la imposibilidad debería darnos reposo, como el saber que la noche es noche y que el día es día, el saber que se puede y el saber que no se puede, pero ¿Porqué el hombre inventa aviones entonces? ¿Es que la naturaleza no le dejó en claro que no puede volar?, ¿Porqué el automóvil?, es totalmente una rebeldía escondida en corazones obstinados que no admiten un no, y que hallan la escalera para bajar y subir al abismo como se les antoje, tiraron abajo las rejas, se liberaron a si mismos, y un mísero esclavo atado a una roca llora y se pregunta ¿Porqué no me puedo desatar?, y parece que se responde con la misma duda, se perfora el corazón hasta morir y a la vez cuantos cientos de esclavos aman la roca a la que se hallan atados, y otros que hacen como si no existiera.
En una prisión la tenía a ella, preciosa, dulce, encantadora, amante, deseable pero ajena, si, por eso estaba en esa prisión, cada vez que podía subía y se iba a veces antes de llegar a las estrellas, a veces llegaba a una, a veces a otra, pero me asustó terriblemente cuando me indicó la posibilidad de buscar un refugio perpetuo después de las estrellas, ya una vez estuvo detrás del gran acuario, pero yo no la conocía entonces, eso no importa en todo caso, el asunto es que me intranquilizó pues nunca he salido de mi atmósfera, ni se me había ocurrido que se la pasase tan bién allá arriba, no tenía porqué importarme, y aún si tuviera que, ella no se quedaría allá, después de las estrellas lo único que hay es frío y vacío, no creo que ella lo soporte.
Lo único que me quedaba por hacer era tratar de disfrutar los últimos días con ella, pero era tan difícil, ella no quería lastimarme y puso una cortina en las rejas de su jaula de manera que yo no pudiera verla, me dolió tanto que me enojé con ella, luego ella quiso contentarme con halagos y palabras dulces, pero no me atreví a recibir sus muestras de afecto, ella sufría tratando de consolarme y yo sufría tratando de olvidarla, no se de donde me había nacido la idea de que nos queríamos el uno al otro, en forma extraña y confusa, a través de gritos y malos tratos, ja, pero era como si de alguna forma nos estuviéramos jugando una gran broma el uno al otro, una dolorosa broma.
A veces quería irme, a veces quería quedarme y el motivo de ambos deseos era el mismo, ella, cuando subía ella yo no me atrevía a seguirla, como no me atrevía a entrar a su jaula, lo curioso es que desde mi lado era ella la encerrada y desde su lado era yo el encerrado, los dos éramos libres y prisioneros a la vez, y yo me sentía mas prisionero que libre, mas encerrado que ella y quería escapar entrando a la jaula de ella aunque no me atrevería nunca a hacerlo.
Absorto en mis ideas me hallaba cuando resultó que estando ella medio despierta, la soledad vino y le dio tal golpe, que no pudo sostenerse en pié y cayó al suelo como muerta, así que rompí su cortina y entré sin pensar en su jaula, vi entonces que no estaba sola y que no había sido la soledad quien la había golpeado, había sido la desesperación que estaba todavía sentada en un rincón, la vi con desprecio y quiso tomarme y golpearme también, pero no lo consiguió, despertó de su inconciencia la amada mía y se levantó, el suelo empezó a temblar, ahora mi amada era una niña y me dijo que quería que me quedara con ella, me preparó una taza de té, una taza solamente y me la bebí entera mientras ella me veía, cuando terminé de beber, ya no era la niña y nunca mas volvería a serlo, dejó de temblar.
Yo me resistía a salir de su jaula, ella me veía con desprecio, igual que las fotos que tenía ella colgadas, en todas ellas el mismo rostro, el rostro del final del mundo, y todas las fotos y ella me miraban con el ceño fruncido pues yo no quería salir de la jaula, y lloré por ello, y noté que en tanto mas lloraba me iba haciendo mas joven y no dejé de llorar hasta que me convertí en niño, y la desesperación, que seguía en la misma esquina que hacía un rato me tomó por detrás, me levantó y me arrojó en el suelo, tenía yo entonces como dos meses de haber nacido pero no morí con el golpe aunque perdí el sentido, cuando desperté estaba afuera de la jaula, todavía era niño aunque un poco mas grande, lo suficiente como para tener memoria, y nunca mas dejaría de serlo, creo que las fotos dejaron de fruncir el ceño.
Continuará la próxima semana...
sábado, 7 de junio de 2008
Hoy te vas
Quiero compartirles el día de hoy, esto que escribí para una persona de verdad muy especial, alguien que significa mucho para mi, creo que el texto en sí mismo lo dice todo...
Hoy te vas
Contemplo furtivo tus ojos tristes
y siento en mis labios el vino de tu boca,
salado con tus lágrimas,
dulce con tus caricias,
y amargo con tu partida,
El corazón se agita mas no vive,
pues la idea de perderte le hace morir,
Triste y en soledad callado, frío, resignado...
Y sigue la eterna marcha,
la esfera no para su estupido girar
y mientras mi agonía oculto al mundo,
contemplo esquivo tus ojos tristes
y siento en mi alma el sabor de tus labios,
salado con tus lágrimas,
dulce con tus caricias,
y amargo con tu partida...
Aclaración: la foto fué tomada de: http://photos.igougo.com/images/p77873-Gateshead-Angel_of_the_North.jpg, no fué modificada de su original, sin razón de uso comercial.
Hoy te vas
Contemplo furtivo tus ojos tristes
y siento en mis labios el vino de tu boca,
salado con tus lágrimas,
dulce con tus caricias,
y amargo con tu partida,
El corazón se agita mas no vive,
pues la idea de perderte le hace morir,
Triste y en soledad callado, frío, resignado...
Y sigue la eterna marcha,
la esfera no para su estupido girar
y mientras mi agonía oculto al mundo,
contemplo esquivo tus ojos tristes
y siento en mi alma el sabor de tus labios,
salado con tus lágrimas,
dulce con tus caricias,
y amargo con tu partida...
Aclaración: la foto fué tomada de: http://photos.igougo.com/images/p77873-Gateshead-Angel_of_the_North.jpg, no fué modificada de su original, sin razón de uso comercial.
jueves, 5 de junio de 2008
Dependencia
Hoy me tocó un día tan pero tan pesado, no, no crean que trabajé de más, todo lo contrario, no hice nada, la computadora que uso en mi trabajo estaba descompuesta y no podía trabajar sin ella, así que no hice nada en todo el día, no se imaginan que aburrido...
Lo peor del caso es que ni siquiera podía hacerme lucas acá en el blog, me doy cuenta de que los seres humanos somos tan dependientes de la tecnología. Sabían ustedes que los viejitos tienen muy buena letra???, pues sí, y eso es porque escribían con la mano, mientras que nosotros pues...
y no es porque no querramos, la ley guatemalteca establece que una escritura pública y, en fin, cualquier documento notarial es válido igual escrito a máquina, a compu o a mano, sin embargo, hay quienes creen que si no va a máquina o a compu no tiene tanto peso legal, de verdad hay quienes lo creen.
Dependemos tanto de las máquinas, es como si a veces nosotros fuésemos los accesorios de ellas…
Es un vicio imperdonable,
No sólo mala costumbre,
Hacer de la servidumbre
Algo tan indispensable,
Mejor desenchufá el cable
Y ponete a trabajar,
Dejá ya de simular
Pues la máquina hace todo
Y si se arruina, ni modo,
Te ponés a haraganear...
Es el mundo acomodado
El que te hace mal vivir,
Pues no poder escribir
Sin la ayuda de un teclado
Es regalo que te ha dado
Ese ingenio de inventor,
Sin saber que a su mentor
Desempleado dejaría
Pues ya no hay caligrafía
Que detenga al escritor...
Lo peor del caso es que ni siquiera podía hacerme lucas acá en el blog, me doy cuenta de que los seres humanos somos tan dependientes de la tecnología. Sabían ustedes que los viejitos tienen muy buena letra???, pues sí, y eso es porque escribían con la mano, mientras que nosotros pues...
y no es porque no querramos, la ley guatemalteca establece que una escritura pública y, en fin, cualquier documento notarial es válido igual escrito a máquina, a compu o a mano, sin embargo, hay quienes creen que si no va a máquina o a compu no tiene tanto peso legal, de verdad hay quienes lo creen.
Dependemos tanto de las máquinas, es como si a veces nosotros fuésemos los accesorios de ellas…
Es un vicio imperdonable,
No sólo mala costumbre,
Hacer de la servidumbre
Algo tan indispensable,
Mejor desenchufá el cable
Y ponete a trabajar,
Dejá ya de simular
Pues la máquina hace todo
Y si se arruina, ni modo,
Te ponés a haraganear...
Es el mundo acomodado
El que te hace mal vivir,
Pues no poder escribir
Sin la ayuda de un teclado
Es regalo que te ha dado
Ese ingenio de inventor,
Sin saber que a su mentor
Desempleado dejaría
Pues ya no hay caligrafía
Que detenga al escritor...
miércoles, 4 de junio de 2008
Desilusión
Presento acá una selección de mi libro inédito "Como las Ostras del Mar", que lo disfruten...
Desilusión
A veces te amo y a veces te percibo como una sombra lejana,
A veces necesito tu presencia cerca de mi corazón,
Pero a veces pienso que el día que me llegues a amar
Yo ya no existiré
En las aguas me buscarás, pretenderás oír mis suspiros en el viento,
Y mis besos perdidos prenderás a tu corazón y ellos te castigarán
Pues ya no existiré
Es por eso, anónima amante, que voluntariamente prefiero
Mantener mis ojos cerrados cuando a tu belleza me acerco,
Pues como hallar de una sombra el rostro,
Así es buscar mi amor en tu corazón,
Pero hallarás mi recuerdo en tu memoria,
Extrañarás las caricias de las manos que nunca tu piel tocaron,
Buscarás las miradas que de mis ojos no quisiste recibir,
Habrás de imaginar un beso de mis labios
Y te hará falta mi presencia
Cuando yo ya no exista…
Walter Gonzalez
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Como las Ostras del Mar,
Walter Gonzalez
Red, Red Wine
Hay un lazo común que une a los seres humanos a través del universo conocido, bueno hay varios similes, hoy quiero referirme a esa falta de paciencia a todo aquello que implique la sensación de impotencia, como cuando lo asaltan a uno, o lo estafan y uno se da cuenta hasta mucho rato después, o cuando un cuate te defrauda, o cuando una chava te deja...
Estaba escuchando el otro día esta rola, para los que no sabían, UB40 la covereó de un exito minúsculo de Neil Diamond, ya en reggae es otra cosa, pero originalmente era una baladita de esas que por alguna razón se vuelven tan empáticas para todo aquel que sufre, el hecho es que puse atención al contenido lírico y he aquí que encontré que entre ésta rola y "La Mesa del Rincón" no hay mucha diferencia, es como "Love Hurts" comparada con "Por tu maldito amor" son casi la misma cosa, o sea que ese sentimiento tan "machista latinoamericano", se parece al "anglomachista", por lo menos en la motivación para chupar...
Supongo que hasta los chinos dicen "a libar" por el desplante de una patoja, han de tener por ahí su equivalente a "Clavado en un Bar", seguro que sí...
Sintetizando, la reacción mas común ante un dolor de amor es la de echarse los guaros, ciertamente, es inutil, y en el peor de los casos, hasta resulta ridículo, pero ya que no se puede apagar la llama del sufrimiento, muchos pensamos que lo mejor es gozar de alguna manera ese trago amargo y mejor si va con limoncito y unos chicharroncitos ¿no?
Con un trago de licor
yo me aparté de tu vida,
pero el alma nunca olvida
que en tí conoció el amor
y aquel amargo sabor,
con fuego que entró en mi pecho,
me guió en el sendero estrecho
de la desesperación
y entre llanto y frustración
me dejo todo maltrecho.
...Salud
Estaba escuchando el otro día esta rola, para los que no sabían, UB40 la covereó de un exito minúsculo de Neil Diamond, ya en reggae es otra cosa, pero originalmente era una baladita de esas que por alguna razón se vuelven tan empáticas para todo aquel que sufre, el hecho es que puse atención al contenido lírico y he aquí que encontré que entre ésta rola y "La Mesa del Rincón" no hay mucha diferencia, es como "Love Hurts" comparada con "Por tu maldito amor" son casi la misma cosa, o sea que ese sentimiento tan "machista latinoamericano", se parece al "anglomachista", por lo menos en la motivación para chupar...
Supongo que hasta los chinos dicen "a libar" por el desplante de una patoja, han de tener por ahí su equivalente a "Clavado en un Bar", seguro que sí...
Sintetizando, la reacción mas común ante un dolor de amor es la de echarse los guaros, ciertamente, es inutil, y en el peor de los casos, hasta resulta ridículo, pero ya que no se puede apagar la llama del sufrimiento, muchos pensamos que lo mejor es gozar de alguna manera ese trago amargo y mejor si va con limoncito y unos chicharroncitos ¿no?
Con un trago de licor
yo me aparté de tu vida,
pero el alma nunca olvida
que en tí conoció el amor
y aquel amargo sabor,
con fuego que entró en mi pecho,
me guió en el sendero estrecho
de la desesperación
y entre llanto y frustración
me dejo todo maltrecho.
...Salud
martes, 3 de junio de 2008
Un Saludo Efervescente para Karina García
Ay!!! Karinita linda, ¿Qué será lo que tendrás que hasta el sueño me quitás?, te dedico con mucho cariño estas líneas, consideralo como el suspiro que se despega de mi corazón y sale cuando menos me lo espero para hacerme recordar que tu existís...
Un Suspiro para Karina
Una esperanza ha nacido
En el pecho del artista,
La ilusión de una conquista
En visión he recibido,
Me había dado por vencido
En la búsqueda de aquella
Que grabara en mí la huella
De una posibilidad,
Cuando la oportunidad
Vino en forma de una estrella.
He pasado muchas veces
Por caminos y ciudades,
Pero nunca halle bondades
Como en los ojos corteses
De la niña que con creces
Sobrepasa a las que antaño
Solamente hicieron daño
Al corazón inocente,
Que hoy se ofrece cual presente
Tiernamente y sin engaño.
Solo pido otra vez verte,
Comprobar que sí era cierto
Aquel sueño en que despierto
Pude contemplarte inerte,
Tú tan bella y yo sin suerte
Pues no tuve alternativa
Que alejarme a la deriva,
Aunque no pude evitar
El recuerdo conservar
Que a la inspiración motiva.
¿Cuantas letras puedo darte
En una humilde canción?
Y de un pobre corazón
¿Cuantos versos dedicarte
Para poder alcanzarte
Y esperarte en una esquina?
Eres luz que me ilumina,
Eres de mi alma la musa,
Se mi dueña sin excusa,
Se mi chica, mi Karina…
Ah! Recuerdos aquellos
No quiero sonar como Hector Gaitán, pero bueno, les cuento, ayer estabamos trabajando en la edición de "Guatemala en Décima" y Roberto me envió una selección de fotos para preparar un Collage, precisamente el que está en el encabezado de dicho blog, estaba yo viéndolas una por una y me quedé abstraído al ver particularmente la que había condensado el pasillo del Pasaje Aycinena, el "Cien Puertas" que le decíamos, en referencia a un comercio del lugar.
Recordé los días aquellos cuando yo, de diecisiete años, con mis amigos de aquel entonces, Armando y Oscar ibamos a comerciar discos de rock pesado. Por las noches, aquel lugar se convertía en un mercado rockero, no se si todavía; Conseguías chumpas, playeras, pantalones, botas, discos, posters y, bueno, lógicamente por aquellos días no faltaba quien puediera conseguirte un poco de THC en su estado primigenio. Lógico también resulta el hecho de que la policía llegara de cuando en cuando a llevarse a los expendedores y a mas de alguno que tuviera por ahí cosa pendiente con la justicia, siempre había mas de alguien. Pues esa noche en particular, Oscar, dándoselas de heroe, les arrebató el portón a los polis y nosotros aprovechamos para salir corriendo, yo no supe nada más, corrí por toda la novena avenida hasta el parque Colón que es donde tomo mi bús, eran como las ocho de la noche mas o menos.
Al día siguiente supe que la cosa no había pasado de unas maltratadas y algunos cuentazos, no recuerdo si se llevaron a alguien en esa ocasión, lo importante es que mis cuates y yo salimos bien librados.
Ahh! recuerdos aquellos, y pensar que eso fué ya hace diez años...
Los recuerdos de esos días
sacan en sonrisas mudas
las respuestas a las dudas
que tan joven compartías
con aquellos que tenías
por hermanos de aventuras,
Yo recuerdo las locuras
de esos años que me hicieron
madurar mas no se fueron,
son cual luz que brilla a oscuras.
Texto: Walter Gonzalez
Fotografía: Roberto Cifuentes
Recordé los días aquellos cuando yo, de diecisiete años, con mis amigos de aquel entonces, Armando y Oscar ibamos a comerciar discos de rock pesado. Por las noches, aquel lugar se convertía en un mercado rockero, no se si todavía; Conseguías chumpas, playeras, pantalones, botas, discos, posters y, bueno, lógicamente por aquellos días no faltaba quien puediera conseguirte un poco de THC en su estado primigenio. Lógico también resulta el hecho de que la policía llegara de cuando en cuando a llevarse a los expendedores y a mas de alguno que tuviera por ahí cosa pendiente con la justicia, siempre había mas de alguien. Pues esa noche en particular, Oscar, dándoselas de heroe, les arrebató el portón a los polis y nosotros aprovechamos para salir corriendo, yo no supe nada más, corrí por toda la novena avenida hasta el parque Colón que es donde tomo mi bús, eran como las ocho de la noche mas o menos.
Al día siguiente supe que la cosa no había pasado de unas maltratadas y algunos cuentazos, no recuerdo si se llevaron a alguien en esa ocasión, lo importante es que mis cuates y yo salimos bien librados.
Ahh! recuerdos aquellos, y pensar que eso fué ya hace diez años...
Los recuerdos de esos días
sacan en sonrisas mudas
las respuestas a las dudas
que tan joven compartías
con aquellos que tenías
por hermanos de aventuras,
Yo recuerdo las locuras
de esos años que me hicieron
madurar mas no se fueron,
son cual luz que brilla a oscuras.
Texto: Walter Gonzalez
Fotografía: Roberto Cifuentes
lunes, 2 de junio de 2008
Infinitas Gracias Ala Décima
Personalmente casi me fui de espaldas cuando mi amigo Roberto Cifuentes me hizo saber, a través de un correo, que había sido publicada en Ala Décima una referencia a nuestro trabajo, tal noticia me llena de satisfacción y de alegría pues no todos los días recibe uno ese ánimo, ese empuje que nos obliga a mantenernos siempre trabajando, dando lo mejor de nosotros a través de arte tan noble como lo es la poesía.
Desde Castor y Pollux, este servidor de ustedes desea agradecer con el corazón rebosante de dicha, al Maestro Modesto Caballero por haber traído, en oportuno tiempo, la llama precisa que encendió este movimiento en el que aún caminamos como en pañales.
Como un sencillo homenaje, dejo congelado este grato momento en palabras de gratitud y de afecto fraternal.
Gracias Cuba, Gracias Ala Décima...
Con humilde gratitud
por Walter González
Lleno de satisfacción
y ante todo agradecido,
nunca mandaré al olvido
la especial salutación
que leí con emoción
en el blog que me ha enseñado
que en el diez del buen rimado
está el canto del artista
que llamamos decimista,
sino fiel que Dios le ha dado.
Gracias doy a los maestros
que nos mostraron la clave
de ese misterio que sabe
todo aquel de entre los nuestros,
decimista de los diestros,
y es la décima ese lazo
fraternal que, en todo caso,
me hace admirar al cubano
a quien, más que dar la mano,
lo saludo en fuerte abrazo.
De mi bella Guatemala,
de la tierra del Quetzal,
con cariño fraternal,
un saludo que señala
que de décimas el ala
vive en Cuba y nos inspira,
va de parte del que admira
el trabajo y el talento
que hacen un mismo elemento,
Leña y fuego en una pira…
Desde Castor y Pollux, este servidor de ustedes desea agradecer con el corazón rebosante de dicha, al Maestro Modesto Caballero por haber traído, en oportuno tiempo, la llama precisa que encendió este movimiento en el que aún caminamos como en pañales.
Como un sencillo homenaje, dejo congelado este grato momento en palabras de gratitud y de afecto fraternal.
Gracias Cuba, Gracias Ala Décima...
Con humilde gratitud
por Walter González
Lleno de satisfacción
y ante todo agradecido,
nunca mandaré al olvido
la especial salutación
que leí con emoción
en el blog que me ha enseñado
que en el diez del buen rimado
está el canto del artista
que llamamos decimista,
sino fiel que Dios le ha dado.
Gracias doy a los maestros
que nos mostraron la clave
de ese misterio que sabe
todo aquel de entre los nuestros,
decimista de los diestros,
y es la décima ese lazo
fraternal que, en todo caso,
me hace admirar al cubano
a quien, más que dar la mano,
lo saludo en fuerte abrazo.
De mi bella Guatemala,
de la tierra del Quetzal,
con cariño fraternal,
un saludo que señala
que de décimas el ala
vive en Cuba y nos inspira,
va de parte del que admira
el trabajo y el talento
que hacen un mismo elemento,
Leña y fuego en una pira…
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