Tus dedos manché con tinta y tu piel colorada quedó
Mi pluma derramó en mi mano su sangre y tomé tus dedos
Y los besé y la amarga tinta mis labios castigó
De mis letras el papel se hizo dueño
Y el beso de la tinta se fijó en tu mano
Muchos versos que en el éter quedaron
Se pegaron a tu piel y nunca nacieron
Las palabras que mi mente concebía
De las ideas que en mi corazón flotaban
Se perdieron en la nada pues mi pena ya no eran las letras
Sino tu piel que me culpaba por la sombra que en ella quedó
En mi alma quedó impresa la mancha
De aquella tinta que me hiciste derramar un día
Aquella que de mis dedos aún destila
Y se convierte en letras, en arte, en amor, en poesía…
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