No puedo tocar tu piel
pero tú llenas la mía,
eres la sustancia fría
de que canta el cielo aquel
de cuando raudo, en tropel,
marcha el ejercito inmenso
sobre los techos y pienso
¿Serán lágrimas? ¿Será
que algún ojo llorará
este ataque al indefenso?
No puedo tocar tu piel
pero tú llenas la mía,
y pienso con alegría
en tu rostro, espejo del
cielo azul, imagen fiel
de un celeste vislumbrar,
y comienzo a imaginar
que sostienes un camino
sobre el que algún ser divino
ya ha podido transitar.
No puedo tocar tu piel
pero tú llenas la mía,
mi sangre marca la vía
que corres en monorriel.
Un interno carrusel,
un motor, un engranaje
tú sostienes en el viaje
que del vaso al mingitorio
das sin mínimo jolgorio,
salvavidas sin linaje.
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