Detrás de la olla dorada
Corrí por los siete colores,
Yo quise fijar la mirada
En la meta y en los honores.
Mas nada encontré en el extremo
De aquel arco iris gigante,
Ideas ilusas del cuento
Que un día creí de ignorante.
Me puse otra meta más tonta,
Buscaba del fénix las plumas,
Pensé que si el vuelo remonta,
Le habría de seguir a la luna.
Mas nunca le hallé yo por cierto,
Y aún dudo de su existencia,
Corrí desde el polo al desierto,
Seguro de tal ocurrencia.
Busqué al unicornio en los montes,
Dragones y hasta al cancerbero,
Busqué en el estigio a Caronte
Y nada encontré bajo el cielo.
Tan solo una cosa quedaba
Y era exigirme a mi mismo
A dar lo que necesitaba,
Brindar un perfecto servicio.
No fue menos ficta esa meta,
Que aquellas que me había trazado,
Pues mi obra no era perfecta,
También en esto he fracasado.
Que hago yo ahora pregunto,
Pues quiero entregar lo debido,
Rendir un perfecto tributo,
A vos que te lo has merecido.
Ya no tengo nada que darte
Que valga y que sea de tu agrado,
Sabés que para homenajearte
De todo yo habria entregado.
Tan solo mi gratitud queda,
Es el presente que lego,
Talvez no valga ni pueda,
Pagar todo lo que te debo.
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