La Escena de la Catarsis (fraudulenta). En la misma cueva de ayer estoy listo para empezar la diatriba, ya no existo, soy la sustancia residual que no intenta convencer a nadie, la calma revienta, la espera florece (o muere) no lo sé.
Hay una pira encendida y un quinqué, un pergamino, un ancla, una condición disfrazada de cadena, un escalón, una puerta al infinito y un “Porqué”.
Un catalejo me observa en algún punto estratégicamente localizado entre el infinito y el tiempo contado, debajo del agua persigo al difunto que tiene mi rostro, no encuentro el conjunto de silentes abstracciones con el sueño como botella y un astro como dueño.
Pregunto al vacío por la llama gris y un puente se me extiende del infeliz despertar a la meta de un fatuo ensueño.
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