lunes, 12 de abril de 2010

Elogio de un Cuerpo Ajeno, Parte VII

Las manos

Toque de tu piel primero que la piel mía recibió,
De tus dedos
solo yo me confieso prisionero.

Con un verso lisonjero por las palmas
que me dan una caricia y que están
destinadas a mi toque,
ya termina el desenfoque nuestra piel
como un imán.

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