jueves, 2 de julio de 2009

Carta de Despedida para Jéssica

Escribo, sin saber con qué motivo, esta carta que nunca te he de dar, supongo que deuda tengo. Un mar de sueños sin color fueron el vivo motor del incidente que festivo vertiose en versos de presteza incierta, talvez fui yo quien vio la puerta abierta creyendo que en el núcleo de tu vida estaba mi ilusión, mal concebida mi idea, pues no hay llave de esa puerta.

Confieso que sin qué ni para qué, traté de hallar argucia para verte, quise como en un juego ir a vencerte, mas todo intento mío inútil fue y no es que en mis vislumbres no te amé, es solo que sin méritos yo quise hallar en ti a la musa que bendice con besos celestiales mi poesía, qué tonto el espejismo que quería volverse realidad, mas nunca hice lo que dictase el sentido común, nunca pude sentarme a conocerte, nunca mi voz halló la plena suerte de residir por un instante en un secreto de tu oído, o en algún murmullo nocturnal; o en mil abrazos sentir la calidez de tú en mis brazos, la dulce sensación de un beso tuyo, todo fue fantasía, ahora intuyo que no puedo rehacer todos mis pasos.

Entiendo que un ayer sin un mañana es nada, es como lluvia de un día triste, es como un despertar en que no existe la magia del soñar. Una ventana que da directo al charco y a la rana que nadie quiere ver pero ahí está, me muestra que así es el sueño que ya dejó de ser un pálpito, una meta, hoy es el rastro falso de un cometa que vino, se acercó y que ya se va.

No puedo arrepentirme del pecado de amarte pues no es dolo irreverente, entonces soy culpable de repente de ser un mal poeta hipnotizado.

La luna es mi testigo, enamorado me ha hallado en incontables ocasiones solo por ignorar las precauciones y los consejos que no me han servido, culpable entonces soy de haber querido sin justificación de mis acciones, pero si eso es pecado entonces quiero saber que tu, el objeto de mi falta, me ha dado su perdón porque me asalta la culpa sin razón.

Al mundo entero yo pongo por testigo y al lucero que sale de mañana y a la estrella que precede a la luna y a la huella de tu pie en mi camino y a aquel beso que nunca nos dimos y al cerezo que juntos no nos piensa de que aquella sensación de una tarde igual que todas no es igual que las muchas sensaciones que se enredan en mil constelaciones sin forma.

El pasar de tantas modas presagia que el destello de las bodas se opaque en el latón del reciclaje, entonces no sabrás si el personaje que escribe estas palabras te es sincero o simplemente es otro carroñero en busca de tomar gratuito el viaje. Por eso es que en sagrado juramento te digo que es verdad, que ha sido amor lo que en mis epigramas hay y por si dudas todavía de lo que siento, también en la canción con la que intento a la posteridad legar tu nombre, va toda la pasión que hay en un hombre que sin hablarte estuvo convencido de amarte sin saber ni tú apellido, sin méritos propicios de renombre.

Y bien, igual que siempre el tiempo es nada, igual que siempre ha sido ya no queda palabra por decir, talvez no pueda saber si dignificas mi versada, de todos modos tu estuviste en cada vislumbre de mis últimos seis meses, nos queda este final sin que me beses, adiós te digo entonces bella Jessica, tu onírica presencia es analgésica visión que buscaré miles de veces.

Yo sé que allá en el cielo habré de hallarte, a ver si nuestro amor se hace posible en ámbito espectral, es insufrible pensar que solamente he de encontrarte tras el soplar que viene de otra parte para dormirme y que al final despierte solo para encontrar que fue mi suerte vivir en esta anónima tortura que fue quererte hasta la sepultura para poder amarte tras mi muerte.

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