martes, 5 de agosto de 2008

Sucedió el año pasado, Parte I

Presento este cuento que espero les sea agradable, no sé que perfume será el del frasquito de acá a la par pero me gusta lo coquetón del diseño...

El caso es que no hay caso, estar aquí escribiendo es igual que hablar solo, un dialogo impuro conmigo mismo, digo impuro porque tengo la osadía de contradecirme de cuando en cuando, ja, como si alguien lo notara, es que estaba recordando algo que no se si soñé o me lo contaron, era sobre una chica que se casó hace poco, amor platónico por aquello de la plata del tipo o quien sabe, al rato ella sí lo quiere, la historia que me sé (la que no se si soñé o me contaron) empezó un miércoles y terminó un domingo y fue así mismo como suena, o sea, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, así que para no hacernos bolas, contaré la historia día por día…

MIERCOLES:

Ana, que así se llamaba la chica, trabajaba en un mostrador de perfumería, el día no le había comenzado muy bien, todavía estaba muy molesta con Aniceto, su novio, resulta que el día anterior, martes, había él decidido gastarle una broma a Ana, la llamó por teléfono y le dijo que a él lo habían atropellado, que le habían roto las dos piernas y varias costillas pero que aún así estaba reposando en casa, ella salió corriendo del trabajo y al llegar lo encontró en cama cubierto por una manta, cuándo ella se acercó a verlo así, tan pasivo, tan casi muerto, le quiso hacer una caricia y el muy tarado le acertó un pastelazo justo en el rostro a la chica, una broma muy pesada de día de los inocentes… Debido a eso Ana ya no quería saber de él, como él no trabajaba, se decía ella, era un total desconsiderado y bueno, con ese trasfondo ella estaba de muy mal humor, en eso llega un chico a la perfumería, no era muy agraciado y los gruesos anteojos le favorecían todavía menos, pidió ver un perfume bastante caro, Ana, un poco reticente se lo sacó de la vitrina, por alguna razón intuyó que el chico no podía pagar algo coo ese frasco, ¿Qué será que generalmente los feos son pobres?, el pobre Giovanni o Juan en buen español soltó el frasco en queriendo destaparlo y el nardo dio su olor… entre mil pedacitos de cristal, y bueno, al fin de cuentas resultó que las sospechas de Ana eran correctas, Juanito o Giovanni, como quieran, no tenía un peso encima y mucho menos dos, ah carajo, y ahora que hacemos, te dejo mi reloj, ¿y yo para qué quiero esa porquería? Era el pendejo diálogo que se le repetía en la cabeza a Ana una y otra vez durante la noche, igual ni durmió, quinientos ochenta pesos que para Ana eran un gran cuentazo en el bolsillo, Ah jodido desgraciado, que te voy a pagar cuando consiga trabajo no que nada, Ah carajo, que mala, mala suerte…

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