lunes, 6 de diciembre de 2010

VIII

Te sepulto con mil letras que hábilmente saben escabullirse de entre mis dedos

Y con las palabras que forman del caos una obra,

te haré inmortal en mi alma.

Haré con papel una lámpara que me guíe,

Haré con tinta, un angosto sendero que a ti me conduzca,

Haré con tu aliento un carruaje que me transporte

Y tu corazón será mi destino,

En mitad del mar en que mis sueños se convirtieron,

La barca de mi amor casi sucumbe a las tormentas,

Al viento, a la inclemencia, al torbellino de tu indiferencia,

Y si el mástil de mi nave se yergue aún, yo navego…

Llegué al desierto de tu ausencia,

Donde el alimento de tu mirada me hizo falta

Y deshidratado de tus besos, en la nada espejismos vi

Y sentí tu piel y tu calor aunque ya no existías más…

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