lunes, 9 de marzo de 2009

A mí que me mate Dios

La sangre vertida clama
por venganza, por justicia,
la muerte ya no es noticia,
es el juez a quien reclama...
Se va extendiendo la llama
del terror mientras que los
condenados van en pos
del cadalso inevitable,
si todo el mundo es culpable
a mí que me mate Dios.

La tierra se vuelve roja,
húmeda, maldita, fría,
de alguno el último día
terminó en la cuerda floja...
del árbol la nimia hoja
no cae sin que la voz
retumbe en un trueno atroz
y que se cumpla el decreto,
talvez es difícil reto
a mí que me mate Dios.

La sangre ya evaporada
nos deja y se va en el viento,
nos queda un presentimiento,
la vida no vale nada...
Que nadie porte la espada
que a mi me quite la hoz,
mi psique se parte en dos,
pues quiero estar en la lucha
mientras el cielo me escucha
a mí que me mate Dios.

La tierra sin saciedad
devora a los enterrados,
sus cuerpos están hinchados
de gusanos sin piedad...
de muertos esta ciudad
se está poblando y veloz
el sepulcro viene y nos
estamos desvaneciendo,
si pronto estamos muriendo
a mí que me mate Dios.

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