viernes, 19 de septiembre de 2008

Los Cielos Rojos de Pompeya


Los cielos rojos, ondeantes
sobre los arcos aquellos
de mil astros, mil destellos,
mil chispas aún brillantes,
carbón en los desafiantes
esqueletos que algún día
fueron hombres ¡Que ironía!
Haber tenido poder
y nada poder hacer
mientras la ciudad ardía.

Pavimento en callejones
donde la lava corría,
De pintura y de poesía
se prendían fogarones,
El infierno en borbotones
inundando la ciudad
y el demonio en libertad,
Un azote inconcebible
al espíritu irrompible
que quedó en esa heredad.

¿Cuanto tiempo es necesario
para convertirme en ruina?
Si la muerte que destina
este mísero calvario
bajo el interplanetario
Sol, es una ardiente llama
en que el alma se derrama
para ya no regresar
¿Qué sentido le ha de dar
el suspiro que reclama?

Y esas noches y esos días
en la lejana Pompeya
permanecen como huella
en mil hermosas poesías,
y aquellas memorias mías
serán mi único bagaje
sean memorias ese traje
que cuando parta me vista,
buena suerte al fin me asista
en el tráfago del viaje…