viernes, 26 de junio de 2009

De Miradas, Parte I

Ella ni siquiera me volteaba a ver, mmm, se hacía la que no me notaba pero yo sabía que se había dado cuenta, pero no, no iba a hacer nada, que haga lo que quiera, pensé, hace ya varios días que estamos los dos semi ahogados en un remolino de miradas, pensares, decires confusos, intenciones ocultas, desde el “buenos días” de la mañana hasta el “nos vemos” de más tarde, los dos pensamos el uno acerca del otro y ella que se atreva a negarlo, eh. Debo decir que me llama la atención desde que la vi por primera vez, esto fue aquel día del cariño, el azar le hizo darme un paquetito de pañuelos y en mi bolsillo traigo hoy uno.

Se llama Nely, al menos así la conozco, es verdaderamente linda, su metro cincuenta de estatura y sus cincuenta y ocho centímetros de cintura me hacen sentirla como niña aunque ella sea un año y un hijo mayor que yo. Es la secretaria recepcionista y yo el contador, empezamos en la coincidencia que teníamos en gustos musicales, los dos amamos a CCR, le pasé algunos discos y unos videos y bueno… fue un punto de partida, conforme íbamos hablando y conociéndonos ella se iba haciendo más y más linda y yo más y más grande.

Un poco intencional y provocado, bueno, si he de ser honesto yo procuraba coincidir con ella en el almuerzo y entonces fue que empecé a decirle cosas como que estaba linda y así, ella me empezó a sonreír. Era madre soltera, divorciada, todo eso empezó a no importar, empecé a quererla…

Te das cuenta de que las cosas empiezan a salirse de tus manos cuando haces cosas fuera de hábito, yo empecé a hablar con ella a pesar de no tenerla cerca y, bueno, desde la mañana empezaba yo haciendo todo para ella, me arreglaba para ella, tenía que verme bien, oler bien, sentirme bien, para ella, noté que ella hacía lo mismo, cualquier comentario mío se le volvía ley, que si el perfume, que si el maquillaje, que si el color de la blusa, cualquier cosa, ibamos bien encaminados salvo por algo…

…no podía dar el siguiente paso…

No era falta de valor ni nada por el estilo, es raro de contar, de repente las cosas empezaron a cambiar entre ella y yo sin que tuviésemos conciencia de ello, por alguna razón no podíamos hablar, no podíamos a veces ni siquiera estar cerca, ni hablarnos, nada, por alguna razón siempre sobraba alguien en nuestras reuniones, nunca era el momento oportuno, no la culpo pues había veces en que era yo quien no podía atenderla, la cosa es que nunca estábamos solos, era tan desesperante, la miraba a través de otra gente, agazapada en el mostrador y luego o no bajaba a almorzar o se nos pegaba alguien, resulta que a la salida yo tampoco podía encontrarla pues me quedaba yo hasta muy tarde, cierre de trimestre, y cuando salía ya no la encontraba, se había ido siempre sin decir adiós, y el fin de semana ni hablas, yo tenía una capacitación intensiva el sábado y ella un hijo enfermo el domingo…

…así se fue un mes ¡que desesperante!

Continuará...

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