viernes, 10 de octubre de 2008

Oro y Plata

Son la cuatro de la tarde y ya es medianoche
y las hojas de los árboles se empeñan en asirse al invierno,
dejan caer sus gotas para que rueden
por las mejillas de mi ciudad,

las sombras huyen presurosas a ocultarse
tras otras mas grandes, infectan las calles,
las paredes y los techos,
el aire y el agua, el cielo,

vuelven el oro en plata.
Y cantan las aves al mismo tiempo,

empezamos a vivir, a abrir las ventanas,
a barrer las hojas secas,
y los puentes se llenan y se vacían tan rápido,

hay tanto ruido, tanto silencio,
tanta luz y tanta oscuridad,
hay tanta risa, hay tanto llanto

oro y plata

las sombras se empiezan a dispersar, a estirarse,
a trabajar también;
empiezan a perseguir a la gente.

La carcajada de mil bocinas resuena
por las calles de la ciudad,
pero no es mi ciudad.
es medianoche y son las ocho de la mañana.