jueves, 24 de mayo de 2007

Lejano

Tantas lágrimas que mis mejillas han cruzado, la sal y el agua han trazado visibles caminos que envejecen mi apariencia, lágrimas de dolor, lágrimas de amor, lágrimas de fragilidad, lágrimas de temor, no todas saben igual, pero todas inyectan un solo deseo en mi alma que talvez mi mente y mi ser tangible nunca lleguen a comprender.

He transitado por muchos caminos, he dejado mis huellas en incontables senderos, o talvez he pasado muchas veces por los mismos lugares, no lo se, pero lo cierto es que cada vez es una nueva vez, y en cada jornada he dejado tirada al menos una lágrima que se ha hecho una con el viento perdiéndose con la luz del sol y que me ha dejado el mismo mensaje vez tras vez.

Debo regresar a casa, es el anhelo que mi corazón tiene y que nunca cesará de palpitar en su interior, cada lágrima es un grito desesperado del espíritu que encerrado en esta cruel prisión lanza a su dueño tratando de lograr inútilmente su libertad.

Quiero llegar a mi casa, abrazar a tantos hermanos míos que me esperan con ansias, sentarme a la mesa con ellos y olvidarme enteramente de este cruel pueblo por el que hoy tránsito, esta ciudad donde el amor es barato porque es falso, donde vivo solo y no importa absolutamente nada de lo que haga porque no durará mucho.

Oh, Padre mío, mira lo que hice con lo que me diste para vivir, ya no queda nada, solo despojos, solo harapos, ven por mi, llévame por favor, sácame de este lugar donde lo mismo que la tiniebla me es a lo que todos llaman luz, ¿Qué pretendes que aprenda de aquí? ¿Qué pretendes que te lleve de aquí?, lo único valioso que hoy tengo es lo poco que queda de lo que me traje de casa, y se que no durará mucho.

Veo de lejos la luz silente del faro que con tus manos pusiste frente a la casa y no puedo evitar llorar porque la veo mas no puedo entrar, siento el aroma de aquellos manjares que otrora nos hicieron sonreír mientras compartíamos aquellas pláticas donde yo te decía cuanto apreciaba tus consejos y tu me mostrabas cuan orgulloso estabas de este hijo tuyo, pero hoy, me siento en una mesa extraña con gente que no conozco, me siento tan vulnerable, tan nada, estoy perdido, ni siquiera se donde estoy, no sé si este camino me llevará a casa o si moriré antes de averiguarlo.

No encuentro la chispa de tus ojos en nadie, ni la calidez de tus abrazos, ni la sabiduría de tus palabras, ni el amor de tu inmenso corazón, no encuentro nada de lo que tuve, nada de lo que me diste cuando estaba contigo, no tengo ya nada pues todo lo perdí y no se que hacer.
Quizás llevo algo bueno, algo que solo este sufrimiento me pudo mostrar, que te necesito tanto, que no puedo vivir sin ti, pues esto no es vivir, dame permiso de llegar a donde estás, muéstrame el camino correcto, no me abandones, tómame fuertemente para que no pueda soltarme otra vez, oh padre, reconozco que sin saberlo, esto fue lo que yo quise, este fue el camino que yo escogí, pero hoy reconozco, Padre bueno que me equivoqué…